SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

domingo, 6 de febrero de 2011

FLORES CORTADAS


Cuando llegué como nuevo Director al Colegio Mayor Elías Ahúja, justo durante la madrugada en que íbamos a celebrar la Fiesta de Apertura del curso, falleció repentinamente un colegial, víctima de edema pulmonar fulminante. Este hecho imprevisto y luctuoso me afectó tanto, que siempre temía la llegada de las fiestas. Luego vinieron otras muertes trágicas de jóvenes colegiales: José Luis Sanz, mientras intentaba salvar a un niño en peligro sobre las blancuras de Sierra Nevada, Daniel Freire, atropellado por un taxi cuando cruzaba una calle madrileña haciendo footing, y así varios ex-colegiales, hasta la muerte trágica de Javier Zurita, fallecido a sus 36 años en un accidente de aviación lejos de España. Deja una joven viuda, tres niños pequeños, una madre desconsolada (que perdió trágicamente hace tres años a otro de sus hijos y el año pasado al marido víctima del cáncer), pero, sobre todo, Javier nos ha impactado a todos los que conocimos su nobleza, su deportividad, su optimismo, su buen compañerismo. Ocupaba un cargo de relevancia en una banca londinense, donde trabajaba y se veía con otros compañeros del Colegio Mayor. Todos hemos quedado consternados por una pérdida tan inesperada de una persona tan querida.



Quienes hemos conocido de cerca la convivencia en un Colegio Mayor, especialmente en el Elías Ahúja, sabemos los lazos apretados de cariño y fraternidad que se tejen entre jóvenes tan llenos de vida, que hacen esperar de ellos una larga y fecunda existencia. Pero olvidamos que la vida no es otra cosa que un jardín donde las flores no sólo se mustian por el paso del tiempo sobre el mismo tallo, sino por el tijeretazo implacable de la muerte, que a veces corta sin misericordia cuando menos lo esperamos. Todos ascendemos por unas escaleras mecánicas (cada uno la suya) pensando que el piso al que subimos aún está lejos. Cada flor aporta poco o mucho al jardín, según su naturaleza: diferente color, diverso perfume y, también, dispares condiciones de suelo, riego, orientación, humedad. Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio ciclo vital que dejamos cumplido o medio vacío, según hayamos sabido llenar, como decía Kipling, "el minuto incierto de sesenta segundos que llevan al cielo". Nuestros nombres (Ángel, José Luis, Dani, Javier...) ya no son más que el nombre frío en una placa mortuoria, como sus cuerpos (aquellos cuerpos que vimos correr en una cancha de baloncesto o de rugby o estudiando en un aula o tomando unas cañas en el bar) ya son simplemente restos orgánicos. Nuestros jóvenes ya no están ahí. No los busquemos. Sobreviven en nuestro recuerdo doloroso. Sobreviven en la dolorosa vida de sus más próximos, pero realmente sobreviven allá en los campos de Dios donde brillan con la luz que el mismo Señor les ha dado a compartir. Allí estáis, todos ya flores blancas, cortadas y adornando las estancias del Señor. Que Dios os bendiga a todos vosotros, allá donde estéis, porque vuestro paso por la tierra nos ayudó a ser mejores. Descansad en paz.