SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

domingo, 1 de mayo de 2011

HOMENAJE




Desde que recibí la tarjeta-programa de invitación, me comenzó el desasosiego. Ver una foto mía con una breve biografía, llenando la tercera hoja del tríptico, me ruborizó. Días antes del evento, hilos sueltos de conversaciones me producían desasosiego. Pero nadie soltaba prenda. Desde la víspera me comencé a poner nervioso pues por azar descubrí la posibilidad de que mi hermana, residente en Sanlúcar de Barrameda (que había estado en Madrid diez días antes) se hubiera vuelto a desplazar a la capital. Cuando el sábado, día 30 de abril, una hora antes del comienzo de la ceremonia la encontré en el Elías Ahúja, con Isabel (ex-gobernanta y amiga común), también desplazada, la inquietud pasó a nerviosismo. Pero era tarde: Don Antonio Garrigues Walker, con su esposa, el Provincial, Directores de Colegios Mayores amigos, ex-subdirectores (José Jaime, Miguel Ángel, Abel, Pedro...), ex-colegiales con su Junta Directiva (entre ellos, el que fue primer Presidente de la Asociación, Manolo Fornos, que vino desde su Galicia), amigos leales (Cristina Ferreiro llegada desde Córdoba), colegiales y familias venidas a la imposición de becas de sus hijos... impedían que me volviera al coche y saliera corriendo. Entramos al salón de actos. Me sentaron junto a la promoción que iba a tomar la beca, con chicos a los que tengo mucho cariño pues los admití yo hace cuatro años. En el centro del escenario, el piano de cola tapado de blanco. Y en las paredes laterales del teatro, dos enormes pantallas. Comencé a sudar. El Director hizo un breve y estupendo discurso, con claridad de ideas sobre lo que es ser colegial de ese centro, aunque se le fue la mano generosamente sobre mi persona. Después, don Antonio Garrigues Walker, Presidente de la Fundación Elías Ahuja, hizo otro discurso (también excesivo en elogios hacia mí) del que me gustó mucho cómo vio la perspectiva futura del joven universitario. Y, apagadas todas las luces... ¡Dios mío! una proyección inició un recorrido por textos en prosa y en verso de mi obra, recitados, leídos, a modo de ensayos en diferentes puntos del Colegio, por personas que carecen de experiencia teatral pero maravillosamente interpretados: la administradora, un cocinero, un antiguo subidirector, mi amiga Rosario, colegiales, el subdirector actual, un grupo de improvisados y voluntarios actores, técnicos, iluminadores... dirigidos por uno de los mejores directores teatrales de España: Juan Carlos Pérez de la Fuente. Lo más asombroso es que éste último, durante los días anteriores, estuvo ensayando LA REVOLTOSA en el Teatro del Canal y acababa sus trabajos por la noche, con lo cual ensayaban mi homenaje en distintos rincones del Elías Ahúja a altas horas de la noche. Algo impresionante, impagable e inmerecido por mí. Al no poder asistir al estreno de mi homenaje en persona (pues LA REVOLTOSA se estrenaba el mismo día y a la misma hora que el acto del Colegio Mayor), Juan Carlos decidió hacerlo en proyección. Un recorrido por mis textos acompañado por el colegial-pianista Daniel Rivera, espectáculo proyectado que acababa con elogios hacia mi persona de todos los participantes en el espectáculo, incluidos Rosario Calleja y el propio Juan Carlos Pérez de la Fuente.

Después, el Director me impuso la beca, con todo el salón aplaudiendo de pie y me invitó a pronunciar unas palabras, que yo tenía previstas, por si la emoción me impedía improvisar:



"Cuando el Director me comunicó que se me había concedido la Beca de Honor, me sentí muy honrado, pues una cosa es lucirla institucionalmente y otra, tener derecho a llevarla en el futuro, espero que con la mayor dignidad posible. Inmediatamente pensé que, en buena lógica, debería cortar esta beca en trocitos y repartirla entre las personas que tanto me han ayudado, enseñado y colaborado durante veinte años. En primer lugar, los diferentes Provinciales que confiaron en mí; en segundo lugar, a Don Antonio Garrigues Walker, Presidente del Patronato, que me ha venido distinguiendo con afecto y amistad. En tercer lugar, a muchos compañeros Directores experimentados o incorporados más tarde, quienes con su veteranía o su juventud, me enseñaron tantas experiencias.
De puertas adentro, no puedo olvidar a varios hermanos agustinos, que han arrimado el hombro generosamente, sobre todo, a quienes formaron parte de los sucesivos Consejos de Dirección. También llevo en mi corazón a la administradora, gobernantas, empleados, que me han hecho llevadero el trabajo con tanta generosidad en sus diferentes labores.
Pero comprenderán que la mitad de mi corazón esté con los muchísimos colegiales que he conocido: atentos, serviciales, cooperadores, simpáticos, que como tales colegiales o como delegados hicieron posible que nuestro Colegio Mayor sea conocido en la Ciudad Universitaria por la calidad de sus actividades, por su corrección y comportamiento con todo el mundo, por su hospitalidad incluso con los desconocidos. Y también todos comprenderán que de esos muchos cientos de jóvenes, declare mi cariño casi paternal por seis de ellos, que asumieron ser subdirectores, en una tarea ingrata, incómoda y no siempre comprendida por algunos de sus compañeros. Ser subdirector de nuestro Colegio Mayor es una cruz más que un premio. Y como no podía traer aquí a los seis como padrinos (hubiera parecido una guardia pretoriana), le pedí esa función a Abel Jiménez, no sólo por la brillante trayectoria de sus servicios al Colegio, sino porque encarna fielmente la condición de “ahújo” y porque, todo hay que decirlo, fue el subdirector con quien más me peleaba.
En fin, me siento conmovido y puedo decirles que estoy disfrutando mucho, entre otras cosas, porque después de veinte años viendo la ceremonia desde el estrado, al fin la contemplo desde el público. Muchas gracias."




Terminada la ceremonia, entonado el "Gaudeamus" y después de posar con la promoción, pasamos a la cena, que resultó exquisita. Es un momento que siempre organizan muy bien la administradora, la gobernanta y el jefe de cocina. Don Antonio Garrigues y su mujer se quedaron a compartir la mesa (hecho muy infrecuente) y les gustó tanto el menú que él no creía que se realizara en la cocina del Colegio Mayor y pasó a la cocina a saludar a los cocineros. Mientras tanto, cayó el telón de LA REVOLTOSA en el Teatro del Canal y Juan Carlos con Rosario se vinieron rápidamente a compartir mesa, risas y brindis con nosotros. Fue una noche inolvidable donde pude disfrutar dando y recibiendo el cariño de tantas personas que siguen formando parte de lo mejor de mi vida.



(En cuanto tenga una foto actualizadade ese día, la pondré en el artículo; mientras tanto, valga esta de hace años, con la beca del Colegio Mayor)