SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

lunes, 21 de enero de 2013

BAJAR LOS HUMOS

Cuando comento en mi entorno que he bajado el número de cigarrillos diarios, desde veinte (de Marlboro normal) a diez o menos (de Marlboro corto), casi siempre escucho la misma respuesta: "Así no se deja de fumar. O se suprime del todo o con ese sistema no conseguirás nada".  Dan por supuesto que yo pretendo dejar el tabaco, lo cual no es cierto. Yo no quiero dejar de fumar, únicamente deseo mantener un consumo diario sostenible desde el punto de vista económico y, sobre todo, de la salud. Ya me daría yo con un canto en los dientes si logro dejarlo en tres o cuatro cigarrillos diarios. Como mi método, hasta ahora, me va dando buenos resultados, voy a explicarlo aquí por si alguna persona más se anima.
Lo primero de todo es no obsesionarse con el asunto ni pensar demasiado en ello. Yo aconsejo retirar la cajetilla, el mechero y el cenicero de las habitaciones donde se trabaja, se vive o se duerme. "Ojos que no ven, síndrome que te evitas". Yo tengo una minúscula terraza cerrada en mi habitáculo y he evitado que huela a tabaco en él. Aparte de que salir a fumar a esa terraza, con un poco de ella abierta para echar el humo fuera, con el frío que hace, no me anima demasiado a interrumpir lo que esté haciendo.
El segundo paso, muy importante, es organizar el consumo diario de cigarrillos, portando cada mañana en la cajetilla o en la pitillera el número fijo de ellos para la jornada. Y esa cantidad, mantenerla durante el tiempo necesario, sean semanas o meses, hasta que el cuerpo se habitúe. O sea, no fumar "sin ton ni son". Después ir bajando lentamente el número de cigarrillos diarios sin cambiar la cantidad de cada mañana en la cajetilla. Por ejemplo, cuando yo estaba introduciendo quince de ellos cada mañana en una pitillera o en un paquete controlador, ya habia alcanzado la cantidad de trece o de doce consumidos cada día. Eso anima bastante para el descenso del consumo. De este modo, al ir a acostarme, podía comprobar con cierto gozo que caminaba en la buena dirección.
En definitiva, se trata de acostumbrar el cuerpo a un rito cada vez de menor presencia en la vida cotidiana. Ir fijándolo, por ejemplo, a los momentos de sobremesa o de un café. El cuerpo acaba por acostumbrarse a todo. Y si alguna vez se sienten ganas de fumar, ocuparse en otra cosa, retrasarlo lo más posible. El síndrome desaparecerá en unos minutos.
También ayuda evitar los cafés o bebidas excitantes. Antes tomaba seis o siete al día. Ahora no pasan de dos y otra innovación: en mi cafetera pongo media ración de café molido normal y la otra media de descafeinado. Eso, sí: ambos de muy buena calidad.
En los momentos en que escribo esto, me encuentro en las semanas de los doce cigarrillos que coloco cada mañana en la pitillera. Puedo reconocer que sin gran esfuerzo he alcanzado la cantidad de nueve o diez fumados al cabo del día. Mi alegría por las noches, al ir a acostarme, es grande. He llegado a la mitad del camino. Y ahora, con el permiso de ustedes, voy a echarme el pitillo último, el que hoy hace número nueve del día. Que ustedes pasen una buena noche.

1 comentario:

  1. Pues digo yo que eso es fuerza de voluntad. Yo no podría. Lo he intentado pero creo que, como cada día disfruto mas fumando, si lo dejo algún día será porque me he muerto. Probablemente por culpa del tabaco. De algo hay que morir. Al menos elijamos la causa.

    Te diré otra cosa al hilo del tema. Cuando yo empecé a fumar siempre me fije en dos ejemplos: mi padre y tu. Siempre tu con estilo y gran elegancia. Mi padre como todos esos "alcantaras" de la serie tan reflejo de toda una generación.

    Saludos de tu alumno anterior
    Miguel Angel

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