SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

sábado, 27 de febrero de 2016

SÓCRATES FRENTE A GALILEO

Como en un episodio de la popular serie televisiva El Ministerio del tiempo, han coincidido en Madrid el filósofo griego Sócrates y el científico Galileo Galilei. Ha sucedido gracias al único arte capaz de hacer revivir en cuerpo y alma a los personajes de la antigüedad: el teatro. Febrerillo el loco nos obsequia este regalo. Se puede asistir al conflicto del intelectual con los poderes de su tiempo en dos momentos distintos. Del siglo V a. de C. al  XVII de la Edad Moderna, a una distancia de sólo cuatro estaciones (La Latina-Legazpi) de la misma línea 3 del Metro, donde se encuentran dos espacios de titularidad pública que mantienen una alta calidad dramática. Sócrates toma cuerpo y voz gracias a un texto teatral nuevo que firman Mario Gas y Alberto Iglesias (director escénico y actor, ambos de probada solvencia), Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano. Sus funciones se han desarrollado en la Sala Fernando Arrabal de Matadero. Y Galileo Galilei, en la celebérrima obra Vida de Galileo, de Bertolt Brecht, en el Teatro Valle-Inclán. Dos obras que conforman un juego de espejos en paralelo, un contrapunto valioso, casi un díptico unido por las bisagras de la Historia. El filósofo griego dio un vuelco total al pensamiento de su tiempo: el objeto de reflexión en adelante ya no sería el mundo exterior sino el hombre interior. El físico renacentista dio un giro copernicano (nunca mejor dicho), esta vez en la experiencia física: no es el sol quien da vueltas alrededor de la Tierra sino al contrario. Sócrates no escribió ni una línea. Galileo legó a la posteridad al menos diez obras de diferente extensión. Épocas lejanas en el tiempo (la Grecia clásica y el Renacimiento italiano) pero coincidentes en el esplendor de sus culturas. Grecia "democrática" según el concepto del término entonces. Italia de pensamiento único en cuestiones de fe (aunque admirasen a los griegos). En el fondo, ni los dioses ni Dios podían ser discutidos. El poder político y el poder religioso aplastaban al crítico, especialmente cuando el peso moral de la religión ha castigado las espaldas de los hombres. Uno se mantuvo firme hasta el final (Sócrates). El otro claudicó, aparentemente, de sus investigaciones (Galileo). No es fácil juzgar hoy día quién acertó más, de los dos, ante los tribunales. Sócrates pasó a ser el símbolo de la victoria al aceptar que la democracia, en la que él creía, precisaba acatar la sentencia de su propia muerte. Posiblemente, también Galileo acertó al ganar tiempo para seguir y salvaguardar sus estudios. No podemos juzgar a ninguno a tan larga distancia temporal. Pero los dos son símbolos del choque que se produce entre el individuo y los poderes contemporáneos cuando se quiere difundir y sostener la coherencia, la ética personal. Ambos juicios carecieron de un miembro del jurado (como en Doce hombres sin piedad, de Reginald Rose), que los convenciera para cambiar su veredicto. Sucedió en los dos personajes del pasado y sigue aconteciendo en nuestros días, cuando "democracia" y "conocimiento" parecen etiquetas adhesivas, mantras reiterados, palabras vacías de puro desgastadas.
  El filósofo griego aparece muy bien reflejado en la obra de Mario Gas y Alberto Iglesias (por cierto, ya editada) con el conformismo de quien cree no saber nada pero sí la habilidad de plantear preguntas. El método "mayéutico", aprendido de su madre, de profesión comadrona según se cuenta, ayuda a dar a luz al interlocutor no sin incomodidad por parte de este. La coherencia del filósofo, el desprendimiento de bienes temporales, el afecto por los demás, el sentido de una justicia justa... son tan naturales como el nacimiento de un bebé. Suenan ecos de los diálogos de Platón, actitudes brechtianas pero también, al menos para mí, momentos shakespeareanos. 

   En espacio austero, casi vacío, la mirada se va al pequeño graderío del fondo. Un vestuario simple en tonos blanco y beige, una iluminación equilibrada, acompañan a un reparto bien conjuntado, con José Mª Pou enorme actor (no sólo en lo físico) dando vida y matices a cada frase de Sócrates y una Amparo Pamplona que alegra ver como Jantipa muy versátil y convincente. Sería deseable que este espectáculo siga recogiendo los aplausos que comenzó a recibir en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, han agotado entradas en Matadero de Madrid y merece continuar provocándolos.
   Allá por 2013, José Mª Pou saltó a la prensa cuando interrumpió la escena cumbre de una obra que interpretaba en el Teatro Calderón de Valladolid, al escuchar por enésima vez los teléfonos móviles de espectadores desconsiderados que no los habían apagado, a pesar de la advertencia escuchada antes de la función. Yo aplaudí ese valiente proceder y nada me saca más de quicio que escuchar un móvil en un teatro. Falta de educación y de respeto a todos los presentes. Durante los primeros minutos de Sócrates, el actor se dirigió al público de la sala para rogar que se abstuviera de móvil, de ruidos, de toses, porque eso descentra a los actores. Yo pensé que era una improvisación. Pero después Mario Gas y Pou me confirmaron que está a propósito en el texto y aparece en la edición. Buena idea. Se olvidaron añadir el ruidito del papel envolvente de los caramelos.

jueves, 25 de febrero de 2016

ANGEL CAÍDO

Dominique Strauss-Kahn fue Director Gerente del Fondo Monetario Internacional, cargo con honores de Jefe de Estado, que desempeñó entre 2007, en sustitución del político español Rodrigo Rato, hasta 2011, año en que presentó su dimisión, tras ser acusado de ataque sexual por parte de una empleada (inmigrante guineana) del hotel. Tras numerosas vicisitudes, el asunto se saldó con un acuerdo económico entre él y la camarera. El político socialista vio truncada su boyante carrera a la presidencia de la república francesa cuya nominación, por parte del partido, recayó en Ségolène Royal. El escándalo adquirió dimensiones internacionales y ocupó durante meses las primeras páginas de los diarios informativos. Su trascendencia pasó a algunas obras literarias, como L'Enculé (2011), de Marc-Édouard Nabe y Karnaval (2012), del español Juan Francisco Ferré.

  En Frinje, Festival de las Artes Escénicas, Juan Carlos Pérez de la Fuente vio las posibilidades del taller escénico que presentaban Antonio Rojano (responsable de la dramaturgia) y Víctor Velasco (director del espectáculo), sobre un fragmento de la novela Karnaval, antes citada. De aquí nació el espectáculo completo que se puede ver estrenado en la CINETECA de las Naves del Matadero, con el nombre de Dios K. El escenario casi vacío se va poblando de efectos visuales y auditivos muy eficaces. La acción dramática, llena de tensión, se ve subrayada o contrapuesta por el marco escenográfico adecuado al espacio íntimo de la Cineteca, donde la cercanía con los intérpretes supone un valor añadido. “Somos el único teatro público de España que tiene cinco salas simultáneas en funcionamiento, y sin gastar más dinero”, declaraba justamente orgulloso Juan Carlos Pérez de la Fuente.
  El texto de la obra teatral esta desarrollado por dos actores: Alberto Jiménez, que encarna a Dios K, trasunto de Strauss-Kahn, y Mona Martínez, que da el contrapunto en diversos papeles (prostituta, militante de ONG, empleada de aeropuerto, inspectora de policía, etc.). Los dos llevan a cabo ese "paso a dos", desarrollando un texto fuera de la anécdota concreta y turbia para desentrañar los resortes, mecanismos, orígenes y consecuencias de eso que se ha venido en llamar "erótica del poder". Ni la lujuria ni la avaricia son la fuente última de dichos comportamientos, sino la soberbia inherente al ser humano. El poder político y/o económico serán, en todo caso, las circunstancias que  permiten desplegar impunemente (si eso es posible) sus acciones. Los ciudadanos pasan a ser vasallos útiles para volcar complejos o enmascarar deficiencias, ese abismo que todos pretendemos ocultar. Las corbatas de Hermés y los trajes de Armani devienen meras mortajas cuando salta el escándalo.

  La obra ofrece una reflexión sobre el poderío ejercido con los guantes de seda que ocultan complejos, ambiciones y angustias del ser humano cuando accede a la cima. Por tanto, supera la anécdota y se convierte en drama universal y actual, teoría actualizada de un maquiavelismo contemporáneo, cuyos sujetos pasivos somos los votantes sin saber del todo a quiénes empoderamos. Más actualidad española, imposible. En el caso concreto del Fondo Monetario Internacional, pone los pelos de punta recordar que Dominique Strauss-Kahn accedió a su dirección tras dimitir de él Rodrigo Rato, con el cual mantiene tan desdichados paralelismos judiciales. El título de la obra nos remite al dios K, suprema y todopoderosa divinidad de la mitología maya. Voluntaria o no la coincidencia, nosotros contemplamos más bien el mito de Ícaro porque en ambos ex-directivos tiene la actualidad del dicho latino: "Sic transit gloria mundi".

domingo, 21 de febrero de 2016

ARTE NUEVO

Se conoce con tal nombre a un movimiento teatral aparecido en España a mediados de los cuarenta del siglo XX. En él figuraron: José Gordon, Alfonso Sastre, Carlos José Costas, José Franco, Alfonso Paso, Medardo Fraile... para rechazar el drama burgués, el melodrama postbenaventino, las barbaridades del "astracán", las supervivencias del teatro versificado, etc. Buscaban un teatro de mayor exigencia intelectual, casi filosófico, alegórico, sugerente, pero sin abandonar el lenguaje asequible, siguiendo (y algunas veces, adelantando) al teatro que se estrenaba, por aquel entonces, en Europa. También el género narrativo experimentaba bajo la etiqueta de "escuela metafísica" (Carlos Rojas, Andrés Bosch, Manuel García Viñó...) los postuados del "nouveau roman"  más al norte de los Pirineos.


El Teatro Español de Madrid ha programado dos piezas representativas de aquel movimiento, en su clara apuesta por los autores españoles a quienes viene acogiendo en todos sus escenarios, ya estén en la Plaza de Santa Ana o en las instalaciones de Matadero. Cargamento de sueños, de Alfonso Sastre es un texto tan vanguardista que, incluso, se adelanta al celebérrimo Esperando a Godot, de Samuel Beckett, quizá más concreto aún en sus nombres de personajes de Jeschoua y Man o en el cartel indicativo de ETERNIDAD. El hermano, quiero recordar que insólita pieza escénica del que fue notabilísimo narrador, desarrolla una breve historia familiar en el ambiente costumbrista madrileño de los años cuarenta. Los sentimientos encontrados de Pedro hacia Lucía, su hermana, quedan sugeridos en pinceladas hasta un final ambiguo y doloroso. Un detalle incorporado por Garci: la radio de la vivienda, en un momento determinado en que el padre la sintoniza, pone en boca del locutor: "Estamos transmitiendo, desde el Teatro Español de Madrid, la comedia Celos del aire, de José López Rubio." Un detalle que me sorprendió, conmovió y agradecí después, en los camerinos, a José Luis.


José Luis Garci dirige este binomio, también de modo excepcional, pues es sabido que su ámbito más celebrado ha sido el cine, en el cual ha adaptado varias obras literarias españolas. La obra de Sastre y la de Fraile conforman un díptico en el que se perciben sus amores por el cine americano y por las letras españolas. Las escenografías, la iluminación y hasta la dirección de actores nos remiten a sus obras más conocidas. Los cinco actores resuelven muy bien sus papeles, aunque yo destacaría al versátil Gary Piquer, la profesionalidad de Ana Carlota Fernández y el magnetismo de Miguel Ángel Muñoz, actor que desgraciadamente se prodiga en los escenarios menos de lo deseable.
Antes de levantarse el telón (Garci mantiene este uso tradicional que se está perdiendo últimamente), se escucha un mensaje grabado de Alfonso Sastre donde da cuenta de lo que fue ARTE NUEVO y de lo que es el Teatro Español, en la actualidad, bajo la experta batuta de Juan Carlos Pérez de la Fuente.
La noche del estreno, el patio de butacas estaba lleno de gentes del cine, como es natural. Grandes aplausos y ovaciones cerraron una noche de éxito del que todos los amantes del buen teatro debemos felicitarnos. La política queda obscena en su sentido etimológico: "fuera de la escena". Yo diría que "fuera del teatro". Justo donde debe estar.