SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

lunes, 21 de marzo de 2016

BREVIARIO EN SOL MAYOR

Cuando viajo en Metro, especialmente en trayectos largos sin muchos cambios de línea, me gusta leer un libro en el rincón más apartado posible. Tengo la suerte de que sólo dos estaciones me separan del principio de línea y resulta fácil encontrar asiento libre. La fortuna se quiebra normalmente en Plaza de Castilla. Hombres y mujeres con el móvil adosado a la oreja y hablando a voces. Adolescentes de los dos sexos con las feromonas a flor de piel. Ellas, de largas melenas balanceantes y anchos cinturones a modo de minifaldas. Ellos, relinchando como caballos en pradera. Músicos que invaden nuestros tímpanos con una bachata trepidante. Mendigos que solicitan una ayuda para su esposa tullida y sus siete hijos indigentes. Vendedores de "klínex" inacabables (ellos y los pañuelitos). No suele faltar el grupo de albañiles rumanos que nos obsequian sus sudores y su conversación incomprensible. Sólo me queda cerrar el libro y convertirme en buda por unos minutos.
   Pero a lo que iba. Me gusta leer textos breves: libros de cuentos, de poemas, de reflexiones. Algo que pueda interrumpir cada poco tiempo.
   Uno de estos libros ha sido Morir por mi demanda que su autor, Fernando de Villena, tuvo la amabilidad de enviarme con una cariñosa dedicatoria. Aún no tengo la satisfacción de conocerlo personalmente, sino a través de sus escritos (y ahora en contacto a través de Faceboock), en los cuales me inició el poeta y amigo común José Lupiáñez. Este me envió hace años el librito Belén de versos, una breve antología de poemas navideños de diferentes escritores granadinos. El último era un soneto maravilloso de Villena que utilicé con permiso de su autor como felicitación navideña en mis tiempos de Director del Colegio Mayor Elías Ahuja. Este último poemario que me llega, de título tan clásico, reúne veinticuatro poemas, como las horas de un día, de contenido religioso. A fin de cuentas, los seres humanos somos relojes en las manos de Dios. Ninguna lectura más adecuada para esta Semana Santa. Los sonetos del "Introito" dibujan al hombre angustiado que mira hacia atrás, hacia adelante, "siempre buscando a Dios entre la niebla", pero con la certeza de la existencia divina. Hombre sin brújula que sube (o baja) los escalones de la vida, nuevo Moisés esperando la zarza iluminadora "en las fronteras de la noche oscura". Y la mano de Dios se adivina en la propia naturaleza, que viene a ser un libro cantoral donde leer lo que dibuja Su mano poderosa. Es Dios "quien teje con amor nuestros destinos" en el portentoso tapiz del universo. El encuentro máximo se produce en la Comunión eucarística "por la gracia candeal de tu llegada".
   El plato fuerte del libro es el cuerpo central, "Celebración". Y por seguir con la imagen del tapiz que acabo de mencionar, ahora el paño puede verse desde dos lados: por el derecho con la hermosura de la naturaleza y por el envés con los hilos retorcidos y tremendos del egoísmo humano que se aprovecha de la indigencia física, moral y económica de los más débiles. El poeta fustiga con su palabra como un nuevo profeta Habacuc. A un mundo sin fronteras y alambradas van subiendo las almas ya libres de sus castigados cuerpos, recogidos amorosamente por los jinetes de Dios.

"Se los ve presurosos y gentiles
mientras toca la luna
el piano de las olas."

La última parte es un largo poema, titulado precisamente "Poema de un día", compuesto en la habitación de un hospital mientras su esposa lucha con una enfermedad que pone en riesgo su vida.  El poeta evoca Cerro Gordo, en el litoral mediterráneo, donde suele pasar días el matrimonio, y va esbozando una acuarela lírica bellísima, luminosa, apacible, deliciosa. Un "locus amoenus" en toda regla.

   Cuando cierro el libro he llegado ya a a la estación metropolitana de Sol. Salimos todos en tropel, en un revuelto de razas, sexos y colores. Como si saliéramos del Purgatorio... ¿camino de dónde? En una galería, un hombre de edad interpreta al violín el tema de la película "Titanic" que todos hemos escuchado en la voz de Céline Dion. El buque insignia del bienestar se hundió en la inconsciencia de aquel mundo orgulloso de sí mismo, de tanto mirarse en su propio espejo. Como Narciso. Como nuestra Europa.

viernes, 18 de marzo de 2016

PASION EN VIVO

No me consta si en algunas parroquias de Madrid se representa la Pasión de Cristo escenificada dentro del templo. Es posible que Santa María de la Esperanza sea una excepción. Y el pasado día 17 he tenido la oportunidad de asistir al 25 aniversario de LA PASIÓN en dicha parroquia, anexa al Colegio Valdeluz. Todo un acontecimiento y una experiencia gratificantes en sus variadas significaciones. Son más de doscientas personas quienes aportan su entusiasmo en diferentes facetas artísticas y técnicas para mostrar esos misterios cristianos, interpretando textos que se hicieron famosos en la obra UN TAL JESÚS, de María y José Ignacio López Vigil. En los primeros años, la función consistía en lectura dramatizada con un coloquio posterior. Pero al cabo de unos años se convirtió en representación teatral plena. Jesús Nazareno, su madre, apóstoles, discípulos, Anás, Caifás, Herodes, Herodías, Poncio Pilatos, centuriones, narrador... y un largo etcétera han sido interpretados años tras año por personas entregadas. Y hoy, al llegar sus bodas de plata, los hemos podido ver de nuevo, apoyados por la Coral "Valdeluz" (bajo la batuta de Félix Redondo), que intercalaba diversos fragmentos de música religiosa. La dirección del espectáculo ha corrido a cargo, una vez más, de Francisco Nestares.
   












   Al tratarse de una sola representación (debut y depedida) no da tiempo a corregir algunos fallos eléctricos o de movimientos de masas o de aprovechamiento de espacios para siguientes funciones, pero ahí está su encanto: en el esfuerzo por parecer profesionales quienes no lo son y cuyo entusiasmo suple todas las deficiencias. Ellos reciben y mantienen una tradición que fue secular en la Iglesia cuando se representaban misterios de la Pasión, de Navidad, del Corpus Christi o biográficos de santos, plasmados en textos de Juan del Enzina, de Gómez Manrique, de Gil Vicente, de Calderón y de tantos más escritores. El teatro, al igual que la música, son artes que adquieren una dimensión catequética indudable, especialmente cuando está encarnada en los propios feligreses. Familias enteras participan en estos misterios teatrales y litúrgicos, como me consta en la familia Ceballos. Es la mejor manera de introducir a los niños en el significado de esos misterios y en el valor educativo del teatro.
     La disposición del espacio de esta parroquia, como ámbito teatral es extraordinaria: cuenta con bancos a ras de suelo pero también con graderíos trasero y laterales, lo cual permite una perfecta visibilidad desde varios ángulos. También cuenta con diferentes accesos a la nave central que facilitan (si bien complican) la entrada en escena. Y aunque la Pasión comienza en muchos de ellos (discurso de las bienaventuranzas desde una de las tribunas), después se centra casi exclusivamente en el presbiterio y en los pasillos principales. Por poner un ejemplo, el pueblo de Jerusalén, que se arracima en un lateral junto al presbiterio pidiendo a Pilato la liberación de Barrabás, podría dicha multutud repartirse, vociferante, en muy diversos lugares, lo cual dotaría de una gran amplitud y viveza a la escena. La propia aparición del gobernador romano ganaría desde uno de los balcones.
  La función comienza en el encuentro del resucitado con los caminantes de Emaús y se cierra con el mismo instante, cuando los dos discípulos reconocen a Jesús al partir el pan. La última cena, sobre el verdadero altar del templo resulta bella, con la presencia de alguna mujer (entre ellas, la propia madre de Jesús), aunque echo de menos en todo el espectáculo la figura de Magdalena, importantísima en el relato evangélico. Están en torno a la mesa los necesarios, iluminados por candelas. Un momento bello y solemne. En cambio, en otras escenas sobran personajes o figurantes, como el cortejo enlutado del Sanedrín que va a condenar a Jesús. Su entrada recuerda demasiado LA CASA DE BERNARDA ALBA tras el funeral por el padre. Igualmente, la corte de Herodes con tantas coronas en la cabeza se presta a confusiones innecesarias. Sobran coronas en el cortejo del tetrarca. Me trajeron a la memoria la serie Juego de tronos o los cuatro reyes de la baraja.
    Un espacio no excesivamente dotado para la acústica pero bien resuelto con micrófonos. Los focos han permitido concentrar acciones en todo momento. Muy escasos fallos de iluminación entran dentro de lo previsible en función única.

    El vestuario sirve a sus propósitos sin que resulte excesivaente chocante la mezcla de trajes alquilados en Cornejo y los elaborados de modo más casero. Si se confeccionan nuevos vestidos para el futuro, convendría tener en cuenta los nuevos diseños de época que vemos en cine y teatro para producciones del tiempo romano y judío. En posteriores representaciones, podría disponerse de dos túnicas para Jesús: una blanca, impoluta, que use durante el tiempo de predicación y otra sucia y rasgada para las escenas posteriores al prendimiento de Getsemaní.

   Los intérpretes principales han resuelto bien sus papeles. Hemos podido ver a un Jesús (David Razola) quizá algo monótono pero sí con un físico convincente. Su madre, María, encarnada por Esther Gómez muy concentrada al realizar su monólogo final. Un Judas Iscarote (Fernando Zeledón) muy sólido, un Anás (Antonio Ceballos) tal vez más inquieto y nervioso de lo apropiado en quien ostenta poder, un Pilato elegantísimo, aunque sobraba la diadema de laurel (exclusiva de los césares imperiales pero no de los gobernadores) etc. No me es posible más que citar los nombres propios de quienes conozco en persona.
   Y vamos con la música. El ritmo de la representación se ralentiza con los fragmentos interpretados por la coral y la lentitud de los movimientos de masas en sentido procesional. Creo que el espectáculo ganaría en ritmo sólo con la parte dramática, sin coro, dándole más movimiento a las masas y aprovechando mejor un local que se presta a ello. La colaboración de la estupenda coral (que hemos escuchado en conciertos) no aporta mucho a la dramaturgia y sí vuelve lenta la función sin necesidad. Por otro lado, la música que se escucha grabada para subrayar algunas escenas, puede ser seleccionada desde otro criterio. Escuchar el "O Fortuna", de CARMINA BURANA, para la entrada de la corte de Herodes, puede ser suplida sin gran esfuerzo por músicas orientales bellísimas. La religiosa libanesa de rito maronita Marie Keyrouz es una fuente inagotable de sugerencias para un espectáculo de este tipo. Sus cantos de Viernes Santo, acompañada de monjes, resultan ideales y pueden encontrarse en youtube. No me convenció la escena de la flagelación, que debería estremecer al espectador. Más fuerza, una música violenta (cabe recordar el recuento de los azotes en JESUS CHRIST SUPERSTAR).












   Al final del espectáculo el público aplaudió con fervor y fueron llamados a saludar con el elenco a quienes interpretaron los personajes de Jesús y de María desde los primeros años. Un bonito gesto de reconocimiento y compañerismo.

   Como he señalado antes, participan familias enteras en este evento religioso dramático. La mayoría de ellas compuestas por antiguos y actuales alumnos del Colegio Valdeluz. Este centro, que despunta por sus valores educativos académicos, religiosos y deportivos, tiene una ostentosa ausencia: un taller de teatro, una asignatura dramática, un grupo que represente funciones en el espléndido local teatral que posee y que está infrautilizado (salvo para veladas puntuales). Es una lástima que solo o en colaboración con la parroquia, Valdeluz no coopere institucionalmente en este evento enriquecedor desde todos los puntos de vista.



sábado, 12 de marzo de 2016

TODOS SOMOS ANA

El 11 de marzo de 2004, millones de españoles vivimos la pesadilla. El número de muertos y de heridos aumentaba sin cesar. Confusión por la autoría, angustia por saber si algún pariente, amigo o conocido había perecido en los trenes de la muerte o se hallaba grave en alguno de los hospitales. El mundo entero quedó horrorizado con la noticia que abrió telediarios de los cinco continentes.
   Tres mujeres comparten dos coincidencias; el nombre (Ana el de las tres) y la relación con una de las víctimas. Ángel, que así se llama, es hijo de Doña Ana, que vive en una residencia de ancianos navegando en sus recuerdos tanto del marido como del hijo. Ana, la esposa, en la sala de espera de un hospital esperando un anuncio temible. Y la tercera es la amante de Ángel, desesperada porque él no responde sus llamadas al móvil. Tres personas con un doble vínculo en común: el nombre y el hombre. La amante sabe que Ángel se resiste al divorcio, especialmente por la pequeña Violeta nacida en su matrimonio. La esposa sospecha con fundamento que su marido la engaña aunque él se resista a confesarlo. La madre viuda evoca al marido al que podía soportar gracias a las queridas que él disfrutaba. Parece que la historia se ha repetido en el hijo.
   Tres espacios: residencia, hospital, apartamento, donde cada Ana vive su angustia apasionada de amante, otra su dolor de esposa tal vez viuda, la tercera abrigada en la chaqueta de la memoria y sus corazonadas. La amante está sola con un móvil ineficaz por su silencio. La madre comparte confidencias con su enfermera. La esposa se siente menos sola junto a una mujer árabe que espera noticias sobre el estado de su hijo adolescente, también viajero en el tren. El terrorismo no distingue sexos, razas ni religiones. El amor y la muerte, tampoco.
   Un día de 1985, José López Rubio me dijo: "He visto una obra de teatro de una chica joven que llegará lejos como autora. Me ha encantado. Busca Invierno de luna alegre, de Paloma Pedrero." Así fue cómo me inicié en sus textos. Después he disfrutado de lecturas y representaciones de sus obras que gozan ya de numerosas ediciones, traducciones y han sido representadas dentro y fuera de España, lo cual convierte a Paloma en la más sólida y laboriosa de nuestras autoras dramáticas. De todas ellas, mis preferidas son las piezas breves, algunas de ellas magistrales. Y sobre todas, La llamada de Lauren, un prodigio de evolución de los personajes en escasísimo tiempo. Precisamente, la construcción del personaje (especialmente el femenino) me parece el rasgo más sobresaliente de todo su teatro.

Cuando Juan Carlos Pérez de la Fuente programó Ana el 11 de marzo, me comentó: "Ya es hora de que Paloma Pedrero se vea representada en el Teatro Español. Es de justicia". Su estreno precisamente en esta misma fecha del 11 de marzo le ha añadido un valor suplementario, que el público vivió emocionado, aplaudiendo más aún al final de la obra cuando el reparto levantó hacia el cielo sus ramos de flores. Ana Peinado como enfermera, Laura Toledo como madre marroquí, Marta Larralde como amante, Blanca Rivera como esposa y María José Alfonso como madre del Ángel ausente desarrollan sus personajes con profesionalidad. Y todavía más aún en el caso de María José Alfonso que bordó su papel con la veteranía conocida. La dirección corrió a cargo de la propia Paloma Pedrero y de Pilar Rodríguez.
   En el programa de mano, la autora expresa sobre sus "anas" que "las tres representan a todas las mujeres del mundo, víctimas casi siempre de la violencia demente en la que seguimos sumidos". Yo añadiría, de ese "mundo" en forma de globo terráqueo que al final ellas sostienen con sus manos. Donde exista una sola persona (hombre, mujer, niño o adulto) víctima de violencia doméstica, de terrorismo, de sexismo, de racismo... allí estamos reflejados. Todos somos Ana.

viernes, 11 de marzo de 2016

ALONSO DE SANTOS: LA RAZÓN POÉTICA

He seguido con mucha atención la trayectoria teatral de José Luis Alonso de Santos desde sus primeras obras. La facilidad para captar ambientes urbanos (con su argot, sus actitudes y problemas), la corrección con que maneja la "carpintería" teatral, el humor que deposita en muchos de sus personajes, tan humanos y tan desenvueltos,... nunca me han defraudado. Y recibí con curiosidad la invitación para el estreno de otra obra suya pues el título ya me desconcertaba, En el oscuro corazón del bosque, así como la publicidad de la obra. ¿Se trataría de otro "sueño de una noche de verano"? Los tres sustantivos del título me intrigaban pues no tuve la oportunidad de verla cuando nació, producida por instituciones vallisoletanas y estrenada en Sevilla en 2009.


La obra se desarrolla en el jardín delantero de una mansión que linda con el bosque. Este edificio y otros similares, también vecinos, han sido vendidos por herederos de antiguos propietarios ya fallecidos. Dos mozos de mudanzas van sacando muebles y enseres antes de que entren máquinas demoledoras y grúas. Uno de los empleados no es tal, sino una chica travestida en mozo para tratar de seducir al otro por estar enamorada de él, quien nada sospecha de la real identidad de su compañero, mientras le refiere  su pasión, por cierta prostituta del burdel local. Su historia será el descubrimiento del amor juvenil, fresco, rutilante, imprevisto, mágico, en medio de una labor rutinaria. Paralelamente, dos viejos gatos de la casa (humanizados en sus trajes y comportamientos) van evocando el pasado oscuro de la familia propietaria entre la nostalgia de la gata y las humillaciones recibidas por el gato, que vive su ancianidad entre la lectura de Marco Aurelio, la escucha de Mozart y los intentos infructuosos de cazar al único ratón que queda dentro del inmueble. La visita de un elegante gato de ciudad, que intenta seducir a la hembra, con otra posible vida más confortable en la gran urbe, introduce el elemento de los celos, el horizonte de emprender una nueva vida. No es ni una fábula ni un apólogo. Es el diálogo de dos seres que conviven y expresan sentimientos en torno a su propia biografía gatuna. Las dos tramas se suceden de forma alternante, sin coincidir más que en el espacio, desarrollando sentimientos comunes tanto en el ser humano como, supuestamente, en el animal. La obra es como esas tartas de dos sabores que nos permiten degustar ambos en corte vertical e inseparable. Este nuevo título de Alonso de Santos (así lo comenté con él al final del estreno), es una recuperación del "teatro de sentimientos" humanos auténticos y profundos, un teatro donde la palabra, sin alejarse del diálogo cotidiano, impregna de poesía y humor la actividad día y noche, del mismo modo que la savia nutre al bosque vecino.


Lo dicho hasta aquí viene arropado en una preciosa escenografía de Llorenç Corbella, digna de una obra de Chejov, un escenógrafo que se estrenó en Madrid con Pérez de la Fuente, en La visita de la vieja dama, de Dürrenmatt, en el María Guerrero. Del reparto, sus cinco actores están soberbios en los diversos papeles: Luisa Martín con una gestualidad discretamente felina (ella, que supo encarnar maravillosamente a un mono en El show de Kafka, monólogo dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente); Manuel Galiana en su papel de achacoso y maniático roedor, Pedro Miguel Martínez como ratón medio dandy medio gentleman casi cursi, en una interpretación genial; Mariano Estudillo en su papel de "currante" de mudanzas da sencillez y rotundidad a su personaje de Cara Triste. Y dejo para el final a Marta Guerras, que desde su primera aparición llena el escenario con su gracia, su capacidad circense, su talento y su belleza. Desclumbra como Cara de Ángel. La joven actriz se licenció con Matrícula de Honor en la RESAD y aquí sobre el escenario. "Amor y Humor son los dos pilares de nuestra obra, dentro de un clima de fantasía y sensibilidad en esa dimensión poética de la realidad que nos muestra las razones del corazón que son nuestros sentimientos." Así resume José Luis Alonso de Santos, autor y director de la obra, que ha conseguido en este nuevo montaje trasladar la metáfora textual a la metáfora visual. Estas palabras definen un espectáculo hermoso, pleno de ilusión y, a la vez, de nostalgias. Los amantes del teatro, del buen teatro, disfrutarán de esta tarta de fresa y nata.