SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

viernes, 11 de marzo de 2016

ALONSO DE SANTOS: LA RAZÓN POÉTICA

He seguido con mucha atención la trayectoria teatral de José Luis Alonso de Santos desde sus primeras obras. La facilidad para captar ambientes urbanos (con su argot, sus actitudes y problemas), la corrección con que maneja la "carpintería" teatral, el humor que deposita en muchos de sus personajes, tan humanos y tan desenvueltos,... nunca me han defraudado. Y recibí con curiosidad la invitación para el estreno de otra obra suya pues el título ya me desconcertaba, En el oscuro corazón del bosque, así como la publicidad de la obra. ¿Se trataría de otro "sueño de una noche de verano"? Los tres sustantivos del título me intrigaban pues no tuve la oportunidad de verla cuando nació, producida por instituciones vallisoletanas y estrenada en Sevilla en 2009.


La obra se desarrolla en el jardín delantero de una mansión que linda con el bosque. Este edificio y otros similares, también vecinos, han sido vendidos por herederos de antiguos propietarios ya fallecidos. Dos mozos de mudanzas van sacando muebles y enseres antes de que entren máquinas demoledoras y grúas. Uno de los empleados no es tal, sino una chica travestida en mozo para tratar de seducir al otro por estar enamorada de él, quien nada sospecha de la real identidad de su compañero, mientras le refiere  su pasión, por cierta prostituta del burdel local. Su historia será el descubrimiento del amor juvenil, fresco, rutilante, imprevisto, mágico, en medio de una labor rutinaria. Paralelamente, dos viejos gatos de la casa (humanizados en sus trajes y comportamientos) van evocando el pasado oscuro de la familia propietaria entre la nostalgia de la gata y las humillaciones recibidas por el gato, que vive su ancianidad entre la lectura de Marco Aurelio, la escucha de Mozart y los intentos infructuosos de cazar al único ratón que queda dentro del inmueble. La visita de un elegante gato de ciudad, que intenta seducir a la hembra, con otra posible vida más confortable en la gran urbe, introduce el elemento de los celos, el horizonte de emprender una nueva vida. No es ni una fábula ni un apólogo. Es el diálogo de dos seres que conviven y expresan sentimientos en torno a su propia biografía gatuna. Las dos tramas se suceden de forma alternante, sin coincidir más que en el espacio, desarrollando sentimientos comunes tanto en el ser humano como, supuestamente, en el animal. La obra es como esas tartas de dos sabores que nos permiten degustar ambos en corte vertical e inseparable. Este nuevo título de Alonso de Santos (así lo comenté con él al final del estreno), es una recuperación del "teatro de sentimientos" humanos auténticos y profundos, un teatro donde la palabra, sin alejarse del diálogo cotidiano, impregna de poesía y humor la actividad día y noche, del mismo modo que la savia nutre al bosque vecino.


Lo dicho hasta aquí viene arropado en una preciosa escenografía de Llorenç Corbella, digna de una obra de Chejov, un escenógrafo que se estrenó en Madrid con Pérez de la Fuente, en La visita de la vieja dama, de Dürrenmatt, en el María Guerrero. Del reparto, sus cinco actores están soberbios en los diversos papeles: Luisa Martín con una gestualidad discretamente felina (ella, que supo encarnar maravillosamente a un mono en El show de Kafka, monólogo dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente); Manuel Galiana en su papel de achacoso y maniático roedor, Pedro Miguel Martínez como ratón medio dandy medio gentleman casi cursi, en una interpretación genial; Mariano Estudillo en su papel de "currante" de mudanzas da sencillez y rotundidad a su personaje de Cara Triste. Y dejo para el final a Marta Guerras, que desde su primera aparición llena el escenario con su gracia, su capacidad circense, su talento y su belleza. Desclumbra como Cara de Ángel. La joven actriz se licenció con Matrícula de Honor en la RESAD y aquí sobre el escenario. "Amor y Humor son los dos pilares de nuestra obra, dentro de un clima de fantasía y sensibilidad en esa dimensión poética de la realidad que nos muestra las razones del corazón que son nuestros sentimientos." Así resume José Luis Alonso de Santos, autor y director de la obra, que ha conseguido en este nuevo montaje trasladar la metáfora textual a la metáfora visual. Estas palabras definen un espectáculo hermoso, pleno de ilusión y, a la vez, de nostalgias. Los amantes del teatro, del buen teatro, disfrutarán de esta tarta de fresa y nata.

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