SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

viernes, 8 de marzo de 2019

LA LIBRERÍA AMBULANTE


Dedicado a editores, libreros y bibliotecarios que tanto hacen por la difusión de los libros entre lectores.


Cuando yo era niño vinieron mis primos a pasar unos días de vacaciones veraniegas a mi casa. Les acompañaba un estudiante mexicano de Derecho en Madrid, Eneas Rivas Castellanos, nombre ya de por sí literario, quien llegaría a ser una personalidad en su país y que falleció hace tres meses. Eneas me regaló Miguel Strogoff, de Julio Verne, con la dedicatoria: “Si tu pensamiento es bajel, busca los libros, que son amplios mares”. Por eso, al leer novela de Christopher Morley, me vinieron a la mente las palabras de Eneas, mis muchas horas de lectura en la Biblioteca Municipal de Villanueva de los Infantes, atendida por Virgilio Cano, o en mi casa con tebeos, novelas y obras de teatro escondidas bajo el texto de Matemáticas, asignatura que suspendía inexorablemente, durante los veranos. 


   Esta es la novela que encanta a editores, libreros, bibliotecarios y, naturalmente, lectores. El autor usa la técnica del “manuscrito recibido”, en la cual el autor que leemos en portada se muestra como mero editor o transmisor. Es leyendo el volumen escrito en primera persona por Helen Mc Grill, antigua institutriz que vive al frente de la casa y la granja que comparte con su hermano Andrew. Este llega a convertirse en escritor de éxito y descuida sus labores. Harta de la situación, Helen aprovecha que un día su hermano está ausente y llega Mifflin subido en su comercio ambulante de libros hasta las puertas de la granja. Compra su carromato al estrafalario librero y se marcha con él. Este buen hombre abandonó su trabajo como maestro y se fue por los caminos con el carruaje pomposamente llamado El Parnaso, librería ambulante con la que ha recorrido campos y pueblos vendiendo libros con una vocación casi de predicador y con un éxito considerable, ya que también ha hecho amistad con varios clientes. Pero desea retirarse y Helen ve la oportunidad de comprar el vehículo-tienda aprovechando que su hermano está ausente.


   Las aventuras de esta pareja de “quijotes” se suceden. Y no aludo a la novela cervantina solamente porque ambos personajes forman una pareja similar, ya que se desarrollan en el relato a través del diálogo y los sucesos, sino al contagio que sufre Hellen en esa labor “evangelizadora” de las gentes. También, porque sus vidas están marcadas por los libros, en sus conversaciones se dan menciones, citas y opiniones literarias, recorren caminos, pernoctan en hoteles como ventas españolas, son asaltados por ladrones, etc. Igual que en la más famosa novela española (mencionada una vez en el relato), los dos se separan por un breve tiempo, como Sancho cuando se ve solo al frente de la ínsula Barataria.


   Me alegra haber descubierto a este escritor norteamericano (aunque sofisticado y humorista como uno británico) a través de su novela más difundida. Habrá que seguir su pista como un cliente de esa librería itinerante, como un converso a la doctrina del buen Mifflin: “Que nos llamen hombres no nos convierte en hombres. Ninguna criatura sobre la faz de la tierra tiene derecho a creerse un ser humano a menos que esté en posesión de un buen libro.”