lunes, 9 de febrero de 2015

ESPECTACULAR



“Me acabo de comprar un bolso espectacular”, me dijo la amiga cuando la encontré a la salida de una tienda en la calle Serrano. “A Carlos le han ofrecido un puesto espectacular en Lima”, me comentaba el antiguo universitario. “La cena de la boda fue espectacular”, escuché al paso entre dos amigas. El adjetivo “espectacular” ha invadido nuestro léxico, como otros términos lo hicieron antes. El Diccionario de la RAE, en su primera acepción, define “Que tiene caracteres propios de espectáculo público”. Aquello del viejo dicho de “el buen paño, en el arca se vende” ha pasado ya a los pergaminos de la Historia. Si algo no se exhibe, no existe. O carece de valor, en esta sociedad en la que el significante ha sustituido al significado, el continente al contenido. Da igual que sea una prenda, una vida íntima, una opinión. La reflexión, el pensamiento, el programa, han sido sustituidos por el twit. Los argumentos en un diálogo, han sido marginados por la frase contundente, generalmente de acusación. La “economía” de la lengua y del tiempo, convierte en un relámpago cualquier noticia, que inmediatamente es sustituida por otro relámpago (o por un trueno) de la noticia o del rumor siguiente.

El problema es que la “espectacularidad” se está convirtiendo en el pasaporte de lo también efímero, en la autopista sin peaje de la banalidad. Hoy puedes construir una urbanización con materiales de la mejor calidad. Los posibles compradores buscarán, antes que nada, si hay pista de tenis, piscina, gimnasio (con o sin sauna)… Lo importante es que resulten unas viviendas “espectaculares” más que sólidas. Lo mismo puede decirse de un nuevo coche o de una relación.

¿Qué pasa en los partidos políticos? Tres cuartos de lo mismo. Las ideas y, lo que es peor aún, las acciones, no satisfacen. Se nutren de eslóganes y consignas en las tertulias y en los twitter. Y ese virtuosismo de ambigüedad, de eslogan, de frase hecha y de dominio del aparato publicitario de la red y de las tertulias (aparte de los errores de gobierno y de oposición) han colocado al partido PODEMOS en una expectativa de voto considerable. Hoy tenemos un catálogo “espectacular” de etiquetas como “facha”, “machista”, “peronismo”, “casta”, que muy bien manejan algunos líderes. En este mundo donde el partido gobernante aparece desgastado, con una estética desfasada y rancia y el mayoritario partido de la oposición no sabe muy bien por dónde anda ni quién lo dirige ni hacia dónde, la liturgia que exhibe el emergente PODEMOS,  especialmente en su líder (con gestos y ritos sospechosamente mesiánicos y hasta cristianos), resulta llamativamente “espectacular”.