domingo, 1 de enero de 2017

"CUENTO DE NAVIDAD", DE TONO



Mario Luiso era un niño muy bueno; tan bueno era que su papá siempre se lo quería comer.
   -¡Qué niño tan salado! –decía su mamá en cuanto su papá quería comérselo. Y eso contenía a su papá, a quien no le gustaban nada las cosas saladas.
   Mario Luiso tenía dos ojos, una boca y una nariz. También tenía dos orejas y pelo. Aunque solamente contaba dos años, sabía ya leer, escribir, tocar el piano y decir: un tigre, dos tigres, tres tigres…
   Era la Navidad. La nieve blanca, como todos sabemos, caía lentamente –como todos sabemos-, donde también todos sabemos. Total: que hacía un tiempo asqueroso.
   Mario Luiso era un niño rico de esos que tienen hasta los dientes de oro. Y sus papás le daban todo lo que quería.
   Tenía un tren de verdad; un tranvía de verdad: una casa de verdad y un toro también de verdad.
   Creo haber dicho anteriormente que era la Navidad; pero no importa: era la Navidad.
   Hacía frío de turrón, y la nieve, blanca como la nieve, caía lentamente sobre la ciudad blanca.
   Este párrafo me ha salido muy pronto y lo voy a repetir.
   Hacía frío de turrón, y la nieve, blanca como la nieve, caía lentamente sobre la ciudad blanca. Ya está.
   Había también en aquella ciudad un niño pobre, tan pobre que no tenía ni nombre y le llamaban Ese.
   “Ese” vivía en los árboles y no comía más que pájaros y flores. Era un tío pobrísimo.
   Mario Luiso conocía a Ese y lo quería mucho. Como era tan rico siempre estaba pensando en comprar un hospicio para regalárselo a su amiguito. Pero a su amiguito no le gustaban los hospicios porque decía que eso eran cosas de viejos.
   ¿He dicho que era la Navidad? Pues bien: era la Navidad.
   La gente iba por la calle cantando villancicos, y los caballos iban echando humo por la nariz, como unos tíos brutos. Los pavos tomaban café en las terrazas y hablaban mal de las gallinas.
   Era la Navidad. Mario Luiso y Ese, resguardados en el quicio de un portal, esperaban el paso de los Reyes Magos, que habían ido a ver a las Reinas Magas.

                                             Antonio de Lara ("Tono")

   Tono (Antonio Lara Gavilán, 1900 - 1978) participó en el lanzamiento de la revista Gutiérrez y colaboró en revistas francesas como Le Rire. Había viajado a París y de allí incorporó recursos de las vanguardias artísticas (evidentes en la composición y en la perspectiva). En 1930 fue contratado por Metro Goldwyn Mayer para trabajar en Hollywood, pero apenas ha quedado rastro de lo que hizo allí, pues dedicó más tiempo a enseñar a cocinar paellas, comprar corbatas y un perro carísimo. Chaplin quedó deslumbrado con la tarta que le regaló por su cumpleaños con la caricatura de Charlot. Más repercusión tuvieron sus obras teatrales, como Francisca Alegre y Olé (1949) o Crimen pluscuamperfecto (1956). Tono aplica el humorismo puro de su maestro Ramón Gómez de la Serna, con abundantes juegos de palabras y demostrando una gran capacidad para descubrir la comicidad absurda en lo cotidiano. Este cuento lo publicamos una Navidad, en el Colegio Mayor Elías Ahuja, como felicitación a las familias de los colegiales.