SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

viernes, 11 de mayo de 2018

INSOMNIO DE PRIMAVERA


La culpa no fue del café que acepté después de la cena con amigos, sin estar acostumbrado a tomarlo a esas horas. La tuve yo. Me dieron las doce, la una, las dos…, como en la canción de Sabina, sin conciliar el sueño. Ni siquiera contando hasta mil trescientos corderos. O el mismo cordero pasando ante mí esas tantas veces. ¿Y si contara diputados y senadores? A fin de cuentas, no hay tanta diferencia entre unos y otros cuando siguen, dóciles, al cayado del pastor o del rabadán.
   Me resulta fácil recordar que las Cortes Españolas están compuestas por el Congreso de los Diputados, con 350 miembros y el Senado, con 266, quienes por cierto gastaron en viajes casi un millón de euros más en 2017 que en 2016, lo cual despierta en mí un sentimiento de compasión por esas vidas tan agitadas que llevan dentro y fuera de España. Por tanto, los españoles estamos representados dentro del país por 616 personas y en la Unión Europea por 54 eurodiputados, todos ellos defendiendo nuestros intereses como un solo hombre. No los de su partido.

   Como madrileño de residencia, cuento con 129 diputados que velan por mí. Puedo dormir tranquilo, aunque no lo consiga. Como nativo de Castilla-La Mancha son 33 los que en Toledo cuidan de mis paisanos. Una cifra austera (la misma que en La Rioja) si la comparamos con los 135 diputados del Parlament que gozan los catalanes. También menos que Cantabria, con 39 cántabros en los escaños. Autonomía uniprovincial en la que ya no existe diputación provincial, como igualmente sucede con el Principado de Asturias (45 diputados), el gobierno de Navarra (50 diputados forales), Madrid (129 diputados) y Murcia (45 diputados). Ceuta y Melilla, como ciudades autónomas, tienen 25 diputados concejales cada una, lo cual es un ahorro. A oscuras y en mi cama, iluminado por la pantalla del móvil buscando en Google, parezco estar en una sesión de espiritismo y no es la mejor manera de invocar al dios Morfeo.


   Curiosamente, Andalucía tiene 109 diputados, veintiséis menos que Cataluña aunque cuenta con un millón de habitantes más que esta. Galicia y País Vasco coinciden: 75 escaños cada una. Castilla y León tiene 84 “señorías” en su parlamento y escasa diferencia entre Aragón (67) y Extremadura (65). Valencia puede presumir de muchas cosas pero, también, de la cifra cabalística de 99 diputados. Es como esos precios que nos rebajan un euro para parecer más baratos.


Párrafo aparte merecen los dos archipiélagos que mantienen gobiernos autonómicos y organismos propios, similares a las diputaciones. Baleares tiene 59 diputados y 76 consejeros insulares. Canarias dispone de 60 de los primeros y 149 miembros de los cabildos locales.


   Por mencionar un país de nuestro entorno, Alemania cuya estructura es muy semejante a la nuestra, tiene un número proporcional de escaños en su cámara legislativa (Bundestag), si lo comparamos con España: doble de población (83 millones) y doble número de diputados (709); en cambio, su Senado o Cámara regional (Bundesrat) sólo cuenta con 69 senadores casi doscientos menos que nuestra cámara alta.
   Consuela saber que los españoles estamos representados, directa o indirectamente, por 1.822 “señorías” velando por nuestros intereses. Y legislan sin cesar, ganándose un sueldo para hacer que nuestro laberinto legal sea más entretenido: algo así como jugar al parchís o la oca. El móvil se me queda dormido, sin batería. Y yo, con los ojos como platos.