SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

lunes, 23 de noviembre de 2020

LAS MUJERES DE LÓPEZ RUBIO

MUJERES INSÓLITAS

Este es el título de una serie escrita por el autor en los años 70. López Rubio se hallaba voluntaria y prácticamente retirado de su creación teatral (los tiempos pedían dramas sociales, de asuntos reivindicativos, en los últimos años de la dictadura), y se refugió en la Historia, comprando numerosos libros y revistas, españoles y extranjeros, normalmente biografías de personajes. Recuerdo ver en su casa montones de las revistas History, Miroir de l’Histoire e Historia y Vida, en la cual publicaría algunos trabajos por entonces. La Historia siempre fue su afición favorita al margen del teatro, que era su profesión, aunque nunca quiso escribir dramas históricos. En 1935, la Fox Film Corporation había rodado, en español, la película Rosa de Francia, dirigida por Gordon Wiles, con dirección escénica y guión de López Rubio, sobre la obra del mismo título de Eduardo Marquina. Después y ya en España, había rodado la película Eugenia de Montijo (1944), cuyo guión y dirección fueron obra suya, tras documentarse en numerosa bibliografía española y francesa. Fue una superproducción en aquellos tiempos difíciles. 


   En TVE ya se había emitido su serie Al filo de lo imposible, y se acordaron varios guiones.

   La idea era que el personaje contara su vida al espectador desde un punto de vista alejado de la realidad vivida en su tiempo, con distancia y sin amarguras. Una “teatralización” de aquellas vidas. Un juego lleno de guiños al espectador inteligente, un “teatrito” de lo inverosímil, un rodaje televisado. Para ello, se le ocurrió que una actriz (a ser posible la misma) acudiera al camerino, se vistiera y maquillara mientras explicaba a los espectadores el personaje que iba a interpretar, con la ayuda de un colaborador, “Pepe”, siempre el mismo, que actuaba como tramoyista, y ocasional interlocutor, personaje encargado de mantener al espectador en el siglo XX a pesar de miriñaques, golas, cornucopias, almenas… 


   Pero mucho mejor lo describe el propio autor en una presentación que dejó escrita:

   “Esta serie de mujeres fuera de serie, de vidas de muy rara y diversa índole que presento en TVE, es una tentativa de narrar la Historia sin cartón ni trampa, y a mi manera.

   No es la Historia tomada a broma. Entiéndase bien, de entrada. Hubiera sido demasiado fácil. Es la Historia aproximada a nosotros, desentrañada en el enfoque y en el lenguaje, evitada la rigidez de sus estatuas. Llevo a una rápida forma dramática el resultado de un detenido manoseo de memorias, biografías, referencias directas, epistolarios, procesos… En fin, todo lo que he podido hallar sobre mis personajes, seguidos, nunca mejor dicho, al pie de la letra. Relato unos hechos auténticos.  Los interpreto, después, haciéndolos más íntimos y más cercanos. No he inventado el género, pero sí he tratado de alejarlo del teatro y del cine, pretendiendo una calidad televisiva que no estoy seguro de haber logrado. Ya dijo aquel Guillermo Shakespeare que “si el hacer fuese como el querer hacer, las ermitas serían iglesias y las iglesias catedrales”.

   Si en algún momento me voy por los cerros de la fantasía literaria, recurro a los poetas, a los dramaturgos, a los novelistas, con mención de los trozos de sus obras que manejo. La figura de cada episodio de esta serie cuenta ella misma su vida, a veces a siglos de distancia, de vuelta del bien y del mal, sin odios, sin nostalgias, sin rencores, con absoluta sinceridad, y pasa luego a vivir aquello que le tocó vivir, para suerte o desgracia.

   Interviene en toda la serie un elemento constante, que viene a ser una especie de nexo para darle unidad y que reúne las características de ese atrezzista que aparece en el teatro chino y del metesillas o sacamuertos de la antigua escena. No sé bien si esta intervención, encarnada en un hombre vestido al día (que interviene desde nuestro siglo en los sucesos de otras edades, que dispone los elementos para evocar la Historia y, a veces, interviene en ella, si es preciso, y aunque no sea preciso) va a servir de acercamiento a la distanciación. Me creo en el deber de anunciar su anormal presencia, para evitar sorpresas demasiado bruscas.

   No puedo asegurar que estas mujeres insólitas fueran así, exactamente. Pero así es como han llegado hasta mis manos. Perdón. He estado a punto de decir hasta mis brazos.” 


   En esas palabras, apunta a dos conceptos que conviene señalar: el teatro como juego y la intertextualidad. El primero es la clave de todas sus comedias: juego, en el sentido del to play inglés, como representación, y el segundo, en la interpolación de textos ajenos que marcan aún más el juego teatral. 

 


   La serie contó con un buen conjunto de profesionales. La dirección se encargó a Cayetano Luca de Tena, la ambientación a Emilio Burgos (ambos muy familiarizados con las comedias del autor). La interpretación fue encargada a diferentes actrices: Julia Gutiérrez Caba, María del Puy, Carmen de la Maza, Marisa de Leza y Rocío Dúrcal. El resto de personajes los encarnaron: Luis Varela (“Pepe”), Luisa Sala, Gabriel Llopart, Jaime Blanch, Manuel Tejada, José Crespo, Manuel Gallardo, Andrés Mejuto, Mercedes Sampietro, Carlos Ballesteros, Juan Santamaría, José Franco, Jesús Cracio, Julia Trujillo, Álvaro de Luna, etc. 

 


   Las “mujeres insólitas” que enumeró en una lista, eran cincuenta. Los guiones que escribió fueron trece: La reina después de muerta (Inés de Castro), Nuestra Señora de Termidor (Teresa Cabarrús), El ángel atosigador (La marquesa de Brinvilliers), La reina loca de amor (Juana de Castilla), La sierpe del Nilo (Cleopatra), La tumultuosa princesa de Éboli (Doña Ana de Mendoza), La viuda roja (Margarita Steinhell), La segunda señora Tudor (Ana Bolena), Lola Montes (María Dolores Gilbert), La monja alférez (Catalina de Erauso), La bruja de Venecia (Blanca Capello), La dama de las camelias (Alfonsina Plessis), La mujer sin nombre (La marquesa de Douhault), y El collar de la reina (Madame de La Motte). De ellos solo se emitieron cinco y quedaron en carpetas mecanografiados, los restantes. Y siguen inéditos. 

 


    En mi opinión, la dirección y la ambientación no acertaron con la selección de los capítulos emitidos en primer lugar. Comenzar por los personajes más conocidos fue un error. Se rodaron casi como si fuesen obras para “Estudio 1”. Y esos textos exigían una agilidad, un vestuario y unos decorados a su altura. Esas mujeres insólitas pedían, también, un rodaje a su altura, que no tuvieron. 
 


miércoles, 11 de noviembre de 2020

ADIÓS, MUCHACHOS

Una de las peores cosas que le pueden suceder a un Director de Colegio Mayor es que se le muera un colegial, ya sea durante su período de residente en él, ya sea fuera viviendo su vida de profesional. Porque la relación que se establece dentro de un Colegio Mayor va mucho más allá que la de una residencia. Se comparten tantos momentos, buenos y malos, tantas actividades, tantas experiencias, que se forma como una familia. A veces coincidentes, a veces divergentes en opiniones o decisiones.

   Y hoy, de modo abrupto e inesperado, me llega la noticia de que uno de ellos se ha marchado a la otra vida, víctima del maldito virus covid 19.



   Yo tomé posesión como Director del Colegio Mayor Elías Ahuja a finales de septiembre de 1990. Novato e inexperto total. Nadie me enseñó el oficio. Para el 20 de octubre se preparó la fiesta de Apertura de curso. Pero esa mañana, a eso de las 6, me llamó Miguel Ángel Rodil, el subdirector, desde el Hospital Clínico donde acababa de fallecer nuestro joven Mariano Garrido. Aún en pijama busqué en Secretaría sus documentos para llamar a sus padres y comunicarles la triste noticia. Antes de salir rápido para el hospital encargué al más veterano de los colegiales que lo comunicara al resto de ellos y, también, que se suspendía la fiesta a los Colegios Mayores amigos e invitados. Para mayor complicación mía, la tarde del mismo día 20 yo tenía que presidir el enlace matrimonial de mi sobrino José Joaquín. Naturalmente, acabado el oficio religioso me volví al Colegio Mayor. La Misa de apertura de curso fue, más bien, de corpore insepulto, todos hundidos en la tristeza. Al día siguiente nos fuimos en coches y autobús al entierro en Cantalejo (Segovia).


   Poco después de salir del Colegio Mayor, en accidente de coche, falleció Carlos Vega, Carlitos, como yo lo llamaba, tan bueno y educado. Delegado del gimnasio. Recuerdo haberlo visitado en la clínica donde lo operaron, creo que de menisco y cómo era un joven siempre humilde, resignado, muy trabajador que merecía un futuro a la medida de su calidad humana pero que interrumpió un desalmado conductor de otro vehículo.


   También en accidente murió José Luis Sanz Payá. Estaba en su tercer año de carrera y fue con sus padres a esquiar a Sierra Nevada durante unos días pues ellos eran directores del Colegio Santo Tomás de Villanueva, en Ciudad-Real, y aprovecharon la “semana blanca” para llevar a un numeroso grupo de niños a Sierra Nevada. José Luis fue con ellos para echarles una mano. Por salvar a un niño en peligro sobre la nieve, él se precipitó al vacío. Fue una conmoción para todos. Fuimos al entierro a Ciudad Real. Los colegiales quedaron abatidos y yo me esforzaba en consolarlos aunque, al quedarme solo en el despacho, no encontraba quien me consolara a mí.


   Daniel Freire, un chico de La Coruña, fue a mi despacho para despedirse al terminar su estancia en el Colegio Mayor y dar las gracias por haber sido admitido a cursar primero de carrera. Ya había terminado los estudios y se fue a casa de una abuela cerca del Retiro, en Madrid. Un día, haciendo deporte, cruzó corriendo la calle Alfonso XIII en ropa deportiva, con los auriculares puestos, y un taxi lo atropelló. Duró poco menos de un día. Celebramos el funeral en el salón de actos (por la cantidad de gente que quería asistr) y yo tuve que hacer esfuerzos para no ponerme a llorar en el altar. Aquella homilía la comencé diciendo: “Una vez más la Comunidad Universitaria del Elías Ahúja se reúne en torno al altar de la Eucaristía por causa de una ausencia imprevista, “un golpe helado”, que dijo el poeta Miguel Hernández en su famosa elegía por el joven Ramón Sijé. El dolor y la tristeza que a todos nos llenan no lo pueden describir unos versos, ni siquiera lo expresan las lágrimas que nos han brotado después de unos días en que la angustia se alternaba con la esperanza. No es fácil asimilar una desaparición tan súbita, tan injusta de tejas abajo, quebrando una fuente de vida, un proyecto vital tan lleno de futuras realidades. Daniel ha cumplido su ciclo vital antes de lo que todos esperábamos. Desde nuestro corazón pequeño y sensible preguntamos a Dios “¿por qué?” y un silencio, un vacío, es lo único que obtenemos. La vida es agonía escribió otro poeta, asesinado en la guerra civil. Hemos vivido años con Daniel. Tenemos fresca aún su voz, su presencia en una habitación, en el deporte, en el bar del Colegio, en este mismo salón de actos. Y no digamos en su casa, con tantas ropas, objetos y recuerdos. Vamos a tener la suerte, por una generosidad que Dios habrá de pagar, de que Daniel permanezca vivo en otros seres, mitigando el dolor ajeno.”



   Más tarde falleció Ignacio Capote, Nacho, de la isla de La Palma, cuando ya le sonreía la vida profesional acabados sus estudios, en plena juventud. Creo que era hijo único, como Daniel Freire, de unos padres bondadosísimos. Esos padres quedaron destrozados.

   Por entonces murió Javier Zurita, en plena juventud y brillantísimo camino profesional, cuando volaba con varias personas en un avión privado desde un país de Oriente a Londres, donde vivía. El avión se precipitó sobre Turquía y fue un “shock” para su familia (casado y padre de niños muy pequeños) y para quienes lo conocíamos. Un deportista nato, un amigo muy generoso con sus amigos.

   Y ahora se nos ha ido Teo. 

Él era el compendio de todas las buenas cualidades que puede tener no solo un colegial, sino una persona. Todos aprendimos mucho con él. En alguna ocasión yo le pedí consejo. Su sola presencia enriquecía al colectivo de colegiales. Por eso, su muerte se ha expandido como una ola de dolor. Y ahora esperemos que, a nuestra llegada donde él está junto a aquellos colegiales que nos han precedido en la llegada a la meta final, intercedan por cada uno de nosotros para obtener plaza en el Colegio Mayor de la Eternidad.


martes, 29 de septiembre de 2020

DIOS SALVE AL REY



Entre los vítores más conocidos se encuentra el que se exclama ante un monarca: “¡Dios salve al Rey!”, que es, además, el título del himno oficial inglés y al escucharlo, todo súbdito británico se pone en pie. Aún alcancé a ver en los cines londinenses cómo al final de la película, los espectadores se ponían en pie al escuchar unos acordes con la foto de la reina en la pantalla. 


   Todo lo que está pasando en España (y me temo que va a pasar) viene de lejos. Al menos, desde la adopción de una nefasta ley electoral, que dio más peso a los votantes de unos territorios que a los de otros en las elecciones generales (sin añadir el desmantelamiento del Estado que se cuarteó en forma de tarta), con la vana esperanza de que los partidos separatistas dejaran de serlo, aceptando una autonomía como no se conoce otra en Europa. Los partidos que llegaron a gobernar España con el apoyo de nacionalismos se vieron obligados a ir cediendo competencias cada vez mayores, aprobando estatutos progresivamente independentistas y, así, hasta la tragicomedia catalana de proclamar una república sin proclamarla y todo lo que vino después. PP y PSOE son los sujetos consentidores de este embrollo. No olvidemos las torpísimas decisiones más recientes de Zapatero y de Rajoy con esa región. 


   Más recientemente, surgió el movimiento de “indignados” en la crisis económica. Y este descontento fue acaparado por el que pronto se convirtió en el partido de Podemos y, tras sus pactos con Izquierda Unida, en Unidas Podemos, llegando a obtener un número de votos muy considerable. Llegaron con la mochila llena de dineros venezolanos e iraníes y con un ostentoso y desmedido afán de poder. Por su parte, el PSOE había defenestrado a Pedro Sánchez como Secretario General y este se recorrió España entera recabando su voto en primarias. Volvió a la Secretaría General en olor de multitudes, hizo un “barrido” en la cúpula socialista, presentó una moción de censura contra Rajoy, y no solo la ganó con el apoyo de los partidos de la izquierda y los separatistas sino que, en las últimas elecciones, ha llegado a presidente del gobierno, mediante pactos, que era su meta más anhelada. 


   Desde el día siguiente de ganar dichas elecciones, Pedro Sánchez demostró que su intención era abrazarse (literalmente) con Pablo Iglesias y todo lo necesario al precio que fuese para entrar en la Moncloa. Si Podemos era populista, él lo era más. Había que desenterrar a un Franco del que nadie se acordaba para abrir de nuevo la sima entre españoles. Y así ha sucedido: el gobierno nacional ha ido convirtiéndose en cautivo de otros, el PSOE se ha ido transformando en un partido de caudillaje, el PSANCHEZ, y Unidas Podemos acapara una vicepresidencia y algunos sillones ministeriales. Iglesias y Sánchez forman, pues, el tanto monta monta tanto, porque se necesitan recíprocamente para seguir en el poder.


   Pero las ambiciones personales y políticas de Iglesias y de Sánchez, aplaudidas y apoyadas por los separatismos, no pueden quedarse ahí porque chocan contra un muro: la Corona. El gobierno cuenta con un aparato inmenso de poder (multiplicado en cargos y asesores en el actual gabinete de ministros, hasta la náusea) y, desde el CNI al Instituto Cervantes, desde RTVE a los medios adictos, desde el BOE al CIS, desde RENFE a las redes sociales, han ido colocando no solo a sus militantes sino a sus más adictos. Controlan todo. Esto sin contar las no pocas autonomías donde gobiernan PSOE y sus colegas. Y por dos caminos han comenzado el asedio. Desde el “sanchismo” se mantiene una postura ambigua, de progresivo arrinconamiento del monarca para dejarlo convertido en una figura ornamental e innecesaria y desde el “podemismo” se ha comenzado a lanzar piedras en forma de acusaciones gravísimas contra el Rey Felipe VI. Las palabras de Pedro Sánchez, también en este asunto tan central y delicado, se contradicen con los hechos. 


   Desde el minuto uno, Sánchez dejó claro que no precisaba ir a la Zarzuela para presentar al Rey la lista de su gobierno. Bastó con una llamada telefónica. La próxima vez será por whatsapp. Enviar o no al Rey a viajes al extranjero según le conviene a él. Forzar la salida de Don Juan Carlos de la Zarzuela. Sustituir al Rey en encuentros internacionales. Impedir que Felipe VI vaya a Barcelona a entregar los despachos a los nuevos jueces. No tomar ninguna medida cuando en el propio seno de su gobierno (nada menos que un vicepresidente, un ministro, diputados y senadores) lanzan impunemente acusaciones y amenazas contra el Jefe del Estado.


   Las mentiras y trampas del actual presidente del gobierno figuran en las hemerotecas desde sus tiempos de doctorado hasta ayer mismo. No se fían de él ni dentro de su propio partido pero callan porque, como dijo Alfonso Guerra en frase célebre, “el que se mueva no sale en la foto”.

   Si no más decente, Podemos sí ha sido más coherente que el “sanchismo”. Para hacer descarrilar a la democracia española y sustituirla por una república comunista bolivariana, la Corona es un impedimento frontal. Esto lo han dicho sus dirigentes desde antes de gobernar, aunque su concepto de la ética no le impida pronunciar ante Su Majestad la solemne promesa: "Prometo, por mi conciencia y honor, cumplir fielmente con las obligaciones del cargo con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución...". Ni conciencia ni honor. 


   La terrible epidemia del covid 19 ha sido un elemento con el que no contaban unos y otros. Pero una vez que nuestros gobernantes se han puesto a reflexionar, estratégicamente les ha venido muy bien el confinamiento de la ciudadanía y el miedo extendido por todo el país. El miedo es un catalizador extraordinario para usarlo políticamente. Una coartada perfecta para gobernar (!) sin cortapisas. Y mientras se producía el caos, en medio de mentiras, ocultaciones, datos falsos, fraudes en compras inservibles, etc., nuestros gobernantes de todos los niveles escurrían el bulto, se echaban responsabilidades y culpas unos a otros y cerraban por vacaciones. Pedro Sánchez disfrutó de ellas en dos palacios propiedad del Estado. Mientras tanto, los Reyes, que visitaron todas las autonomías, apenas disfrutaron una semana en Baleares con recorrido de las islas. 


   A todo esto, el nombre del Rey Padre ha salido a relucir en un proceso que se lleva a cabo en Suiza contra una aventurera alemana (antigua amante suya) y un mafioso español, muy amigo de la actual Fiscal General del Estado y del ex juez Baltasar Garzón, quien fue expulsado de la carrera judicial por prevaricación. Un fiscal del Tribunal Supremo investiga. Todavía no existe ninguna acusación contra don Juan Carlos. Pero el gobierno presionó para que abandonara su residencia y las izquierdas política y mediática ya se han lanzado a condenarlo antes que los tribunales. 


   Si las cosas siguen el curso que llevan, con Sánchez e Iglesias dispuestos no solo a seguir gobernando sino a permanecer muchísimo tiempo en el poder, acaparando cada vez más sectores, mucho temo yo por la supervivencia de la monarquía parlamentaria. Será una democracia formal pero caudillista, si es que solo queda en eso. No lo tienen difícil. Si se les presenta una moción de censura, pueden cerrar antes la Comunidad de Madrid, con lo cual el Congreso no podría reunirse. Pueden modificar la Ley Orgánica del Poder Judicial para que los 12 vocales del CGPJ los designe directamente el Gobierno y no el Congreso, eliminando las cuotas parlamentarias, lo cual es un golpe de Estado bolivariano en toda regla, sometiendo a los jueces a sus dictados como la Fiscalía General del Estado, cuyo titular acaba de ser ministra de Pedro Sánchez, algo inaudito en una democracia. Andan trabajando en una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para eliminar a los Jueces de instrucción y que sea la Fiscalía la que investigue y, por último, prohibir al rey que dé discursos (incluido el de Navidad). 


   Si consiguen cerrar el motor de España que es la Comunidad de Madrid, cargarse el poder judicial (tanto en los órganos administrativos como en los penales) y silenciar y apartar al Rey, el panorama jurídico y político de España es desolador: suspenderán por Decreto la Constitución pues no tendrían sentido artículos como los que definen a España como una monarquía constitucional, o señalan al rey como jefe de las Fuerzas Armadas, o como aquel en cuyo nombre se administra Justicia. Esa suspensión daría lugar a la suspensión del proceso electoral y a la convocatoria de Cortes constituyentes, que durarían entre 12 y 15 años, para elaborar una nueva Constitución de la República, en la cual Sánchez sería el Presidente e Iglesias el Presidente del Gobierno. 


   Lo que está en juego no es el Rey, sino el régimen democrático y constitucional del 78. Tenemos que defender la Monarquía, nos guste o no, porque el Rey es, hoy por hoy, el único aliento de democracia que nos queda en esta dictadura comunista que avanza sin parar hacia la destrucción, la miseria y la tiranía. No seamos cómplices con “el silencio de los corderos”. 

   Al principio de su mandato, bastantes pensábamos que Pedro Sánchez padecía de “narcisismo”. Con el tiempo vamos comprobando que su perfil es aún peor: se llama “bonapartismo”. ¡Dios salve al Rey! Y a nosotros. 

domingo, 15 de marzo de 2020

EMILIO: ENHIESTO SURTIDOR


Derecho y esbelto como un mástil, austero como un claustro románico, disciplinado como un guardia civil (su padre lo había sido), puntual como un reloj suizo, discreto como un     cartujo, ordenado al milímetro en sus asuntos personales, en sus costumbres y en su trabajo, hasta la exasperación de los demás, cabal como la palabra de un hidalgo… son algunos de los rasgos que definían a Emilio Cuesta Alonso, al que tuve como Secretario durante bastantes años en el Colegio Mayor Elías Ahúja. Ya estaba operado de laringotomía y, gracias a su tesón, se podía conversar perfectamente con él sin apenas notarle esa deficiencia. Las camisas blancas hechas a medida, siempre anudadas con corbata, no solo le ocultaban su fallo sino que le daban ese porte distinguido y correcto. Parecía un lord inglés (aunque su cultura era de lengua francesa). Sin necesidad de reloj, uno podía saber la hora exacta del día sabiendo lo que él hiciera. Si salía de mañana con el coche, eran las 9.30, para ir al archivo provincial del que era responsable. Si se le veía paseando por el jardín leyendo el ABC del día anterior (“los periódicos hay que leerlos un día después”, solía decir), eran las cinco en punto de la tarde. Si la cena era a las 21.30, solía pasar dos minutos antes por mi despacho para invitarme a ir al comedor. Por sus limitaciones de laringe y por su carácter discreto, Emilio era un observador muy sagaz. Su talante le ganó simpatías entre colegiales, decanos y subdirectores, también colegiales. Recuerdo muchas anécdotas suyas, muchas, con esa gracia humorística que imprimen a sus dichos las personas muy serias. Podría mencionar opiniones, sentencias, episodios suyos aunque será mejor guardar todo eso en el recuerdo, ya que los mejores afectan a otras personas y a él no le gustaría. Era obediente a los superiores, riguroso consigo mismo pero tolerante y comprensivo con los demás, especialmente con la vida privada ajena y con las debilidades humanas. Una cualidad poco frecuente entre frailes y monjas, donde la murmuración y la maledicencia encuentran cobijo en almas mediocres.


   Se conformaba con poco, en la comida, en su habitación y hasta en sus creencias. Comentando con él algunas novedades religiosas o litúrgicas, solía decirme: “Con el catecismo Astete yo tengo bastante”.

   Pasó años difíciles a consecuencia de su gusto por el alcohol (tal vez un método de evasión), pero no era un alcohólico al uso pues se guardaba muy bien de consumirlo en los periodos lectivos para no dar mal ejemplo a los universitarios. Algunos veranos se ponía al volante del coche (le encantaba conducir) y se iba a las playas de Huelva, a respirar la brisa marina y comer pescaditos. En sus últimos años ya no bebía ni gota de vino, quizá alarmado por su estado de salud. El cáncer de laringe se le reprodujo. Le salió otro en la garganta y, fatalmente, otro en el páncreas. Se conformaba con poco. Prácticamente no podía tragar ningún alimento y, a duras penas, solo líquidos y papillas. Su altura de 180 cm. quedó en 50 kilos de peso. Como yo ya no estoy en el Colegio Mayor, seguía muy de cerca su evolución y fui a visitarlo hace pocos días. Caminaba a pasitos apoyado en un bastón y apenas se le entendía lo poco que hablaba. Quedé tan impresionado de su deterioro que no quise volver para conservar su imagen lo mejor posible. Cuando su estado empeoró, lo trasladaron desde el hospital a la sección de paliativos de los Hermanos de San Juan de Dios. A pesar de esas estupendas instalaciones y cuidados, él pidió ser llevado a la Residencia de mayores de Salamanca, pues “nunca he vivido en una comunidad que no sea de agustinos”, dijo. Lo cual indica su perfecto razonamiento y que era conocedor de sus últimos días en este mundo. Ha fallecido a última hora de la tarde del sábado 14 de marzo, en Salamanca. Día de la semana y hora en que, a veces, él, Abel, Pedro y yo íbamos a tomar unas gambas (que tanto le gustaban) a un bar próximo. En vez de cerveza, él pedía un albariño.


   Emilio había vivido la infancia sin el afecto de una madre, pues la suya murió dejando diez hijos en manos del viudo guardia civil, quien se esmeró en darles una educación y    unos principios cristianos. Varios hermanos suyos le han precedido en su marcha, todos ellos víctimas de la misma enfermedad tumoral.  
Seguro que al llegar a la casa eterna le habrán encomendando el archivo celestial. Y harán muy bien porque será un alarde de pulcritud. Algunas veces me comentaba: “Al paso que van las vocaciones, a mí me enterraréis en sagrado. Pero a ti… no sé yo qué harán contigo”. Como estará bien situado en la burocracia celestial, espero que tache algunas hojas de mi informe para el día en que me presente ante el Padre.