“Me acabo de comprar un bolso
espectacular”, me dijo la amiga cuando la encontré a la salida de una tienda en
la calle Serrano. “A Carlos le han ofrecido un puesto espectacular en Lima”, me
comentaba el antiguo universitario. “La cena de la boda fue espectacular”,
escuché al paso entre dos amigas. El adjetivo “espectacular” ha invadido
nuestro léxico, como otros términos lo hicieron antes. El Diccionario de la
RAE, en su primera acepción, define “Que tiene caracteres propios
de espectáculo público”. Aquello del viejo dicho de “el buen paño, en el arca
se vende” ha pasado ya a los pergaminos de la Historia. Si algo no se exhibe,
no existe. O carece de valor, en esta sociedad en la que el significante ha
sustituido al significado, el continente al contenido. Da igual que sea una
prenda, una vida íntima, una opinión. La reflexión, el pensamiento, el
programa, han sido sustituidos por el twit. Los argumentos en un diálogo, han
sido marginados por la frase contundente, generalmente de acusación. La “economía”
de la lengua y del tiempo, convierte en un relámpago cualquier noticia, que
inmediatamente es sustituida por otro relámpago (o por un trueno) de la noticia
o del rumor siguiente.
El problema es que
la “espectacularidad” se está convirtiendo en el pasaporte de lo también
efímero, en la autopista sin peaje de la banalidad. Hoy puedes construir una
urbanización con materiales de la mejor calidad. Los posibles compradores
buscarán, antes que nada, si hay pista de tenis, piscina, gimnasio (con o sin
sauna)… Lo importante es que resulten unas viviendas “espectaculares” más que
sólidas. Lo mismo puede decirse de un nuevo coche o de una relación.
¿Qué pasa en los
partidos políticos? Tres cuartos de lo mismo. Las ideas y, lo que es peor aún,
las acciones, no satisfacen. Se nutren de eslóganes y consignas en las
tertulias y en los twitter. Y ese virtuosismo de ambigüedad, de eslogan, de
frase hecha y de dominio del aparato publicitario de la red y de las tertulias
(aparte de los errores de gobierno y de oposición) han colocado al partido
PODEMOS en una expectativa de voto considerable. Hoy tenemos un catálogo “espectacular”
de etiquetas como “facha”, “machista”, “peronismo”, “casta”, que muy bien
manejan algunos líderes. En este mundo donde el partido gobernante aparece
desgastado, con una estética desfasada y rancia y el mayoritario partido de la
oposición no sabe muy bien por dónde anda ni quién lo dirige ni hacia dónde, la
liturgia que exhibe el emergente PODEMOS,
especialmente en su líder (con gestos y ritos sospechosamente mesiánicos
y hasta cristianos), resulta llamativamente “espectacular”.
Espectacular el comentario. Efectivamente hoy todo es espectáculo. Todo se vende y se compra por cómo aparece y no por lo que es. Es posible que Podemos sea un fenómeno más de esa vaciedad generalizada que nos ataca. Aunque una virtud tiene; ha hecho que muchos se ocupen de la política (que debía concernirnos a todos) y ha devuelto ilusión y esperanza en unos tiempos en que a donde mires no ves más que espectáculos vacíos de contenido. Se verá en qué para.
ResponderEliminarEstamos en la sociedad del espectáculo. Un amigo mío solía decir, "fulanita, o fulanito, no es más que lo que se ve". Pues eso.
ResponderEliminarGracias, Montse y Gracias Maria Angeles
ResponderEliminarSencillamente "ESPECTACULAR". Es cierto. Estoy completamente de acuerdo. En pro de "lo políticamente correcto", estamos llegando al punto de no saber hablar o expresarnos por escrito de forma clara y directa. De ahí "este país", en lugar de España sirva como ejemplo. No se trata de ser tontamente nacionalista, en el ejemplo, sino de llamar a las cosas por su nombre y dejarnos de complejos y palabrería. Llamemos "al pan pan y al vino vino", sin rodeos ni complejo alguno. Dejémonos de modas y expresiones que, en la inmensa mayoría de ocasiones, no sabemos utilizar y que, simplemente, empleamos porque están de moda y las oímos a personajes públicos que, ni tan siquiera ellos, emplean de forma correcta. Por cierto, esperanza en lo público (políticos de un signo u otro y demás "gentes" dedicadas al manejo y administración de lo que no es suyo) cero
ResponderEliminarMAR (Selimco)
No puedo estar en mayor acuerdo, aunque no es sólo algo que nos afecte a los españoles....Nos estamos acostumbrando a pasar por estos sotos con presura....o no.
ResponderEliminarEs la civilización del espectáculo de la que habla Vargas Llosa. Ya no se argumenta, se 'zapean' imágenes y eslóganes. Totalmente de acuerdo contigo. Muchos saludos desde San Roque On-The-Rocks, farallón hispano en tierra inglesa.
ResponderEliminarFiel retrato de la actual situación social y política en España, aguda e ingeniosa reflexión.
ResponderEliminarGracias Josemaría.