El filósofo griego aparece muy bien reflejado en la obra de Mario Gas y Alberto Iglesias (por cierto, ya editada) con el conformismo de quien cree no saber nada pero sí la habilidad de plantear preguntas. El método "mayéutico", aprendido de su madre, de profesión comadrona según se cuenta, ayuda a dar a luz al interlocutor no sin incomodidad por parte de este. La coherencia del filósofo, el desprendimiento de bienes temporales, el afecto por los demás, el sentido de una justicia justa... son tan naturales como el nacimiento de un bebé. Suenan ecos de los diálogos de Platón, actitudes brechtianas pero también, al menos para mí, momentos shakespeareanos. En espacio austero, casi vacío, la mirada se va al pequeño graderío del fondo. Un vestuario simple en tonos blanco y beige, una iluminación equilibrada, acompañan a un reparto bien conjuntado, con José Mª Pou enorme actor (no sólo en lo físico) dando vida y matices a cada frase de Sócrates y una Amparo Pamplona que alegra ver como Jantipa muy versátil y convincente. Sería deseable que este espectáculo siga recogiendo los aplausos que comenzó a recibir en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, han agotado entradas en Matadero de Madrid y merece continuar provocándolos.
Allá por 2013, José Mª Pou saltó a la prensa cuando interrumpió la escena cumbre de una obra que interpretaba en el Teatro Calderón de Valladolid, al escuchar por enésima vez los teléfonos móviles de espectadores desconsiderados que no los habían apagado, a pesar de la advertencia escuchada antes de la función. Yo aplaudí ese valiente proceder y nada me saca más de quicio que escuchar un móvil en un teatro. Falta de educación y de respeto a todos los presentes. Durante los primeros minutos de Sócrates, el actor se dirigió al público de la sala para rogar que se abstuviera de móvil, de ruidos, de toses, porque eso descentra a los actores. Yo pensé que era una improvisación. Pero después Mario Gas y Pou me confirmaron que está a propósito en el texto y aparece en la edición. Buena idea. Se olvidaron añadir el ruidito del papel envolvente de los caramelos. 



