Se conoce con tal nombre a un movimiento teatral aparecido en España a mediados de los cuarenta del siglo XX. En él figuraron: José Gordon, Alfonso Sastre, Carlos José Costas, José Franco, Alfonso Paso, Medardo Fraile... para rechazar el drama burgués, el melodrama postbenaventino, las barbaridades del "astracán", las supervivencias del teatro versificado, etc. Buscaban un teatro de mayor exigencia intelectual, casi filosófico, alegórico, sugerente, pero sin abandonar el lenguaje asequible, siguiendo (y algunas veces, adelantando) al teatro que se estrenaba, por aquel entonces, en Europa. También el género narrativo experimentaba bajo la etiqueta de "escuela metafísica" (Carlos Rojas, Andrés Bosch, Manuel García Viñó...) los postuados del "nouveau roman" más al norte de los Pirineos.
El Teatro Español de Madrid ha programado dos piezas representativas de aquel movimiento, en su clara apuesta por los autores españoles a quienes viene acogiendo en todos sus escenarios, ya estén en la Plaza de Santa Ana o en las instalaciones de Matadero. Cargamento de sueños, de Alfonso Sastre es un texto tan vanguardista que, incluso, se adelanta al celebérrimo Esperando a Godot, de Samuel Beckett, quizá más concreto aún en sus nombres de personajes de Jeschoua y Man o en el cartel indicativo de ETERNIDAD. El hermano, quiero recordar que insólita pieza escénica del que fue notabilísimo narrador, desarrolla una breve historia familiar en el ambiente costumbrista madrileño de los años cuarenta. Los sentimientos encontrados de Pedro hacia Lucía, su hermana, quedan sugeridos en pinceladas hasta un final ambiguo y doloroso. Un detalle incorporado por Garci: la radio de la vivienda, en un momento determinado en que el padre la sintoniza, pone en boca del locutor: "Estamos transmitiendo, desde el Teatro Español de Madrid, la comedia Celos del aire, de José López Rubio." Un detalle que me sorprendió, conmovió y agradecí después, en los camerinos, a José Luis.
José Luis Garci dirige este binomio, también de modo excepcional, pues es sabido que su ámbito más celebrado ha sido el cine, en el cual ha adaptado varias obras literarias españolas. La obra de Sastre y la de Fraile conforman un díptico en el que se perciben sus amores por el cine americano y por las letras españolas. Las escenografías, la iluminación y hasta la dirección de actores nos remiten a sus obras más conocidas. Los cinco actores resuelven muy bien sus papeles, aunque yo destacaría al versátil Gary Piquer, la profesionalidad de Ana Carlota Fernández y el magnetismo de Miguel Ángel Muñoz, actor que desgraciadamente se prodiga en los escenarios menos de lo deseable.
Antes de levantarse el telón (Garci mantiene este uso tradicional que se está perdiendo últimamente), se escucha un mensaje grabado de Alfonso Sastre donde da cuenta de lo que fue ARTE NUEVO y de lo que es el Teatro Español, en la actualidad, bajo la experta batuta de Juan Carlos Pérez de la Fuente.
La noche del estreno, el patio de butacas estaba lleno de gentes del cine, como es natural. Grandes aplausos y ovaciones cerraron una noche de éxito del que todos los amantes del buen teatro debemos felicitarnos. La política queda obscena en su sentido etimológico: "fuera de la escena". Yo diría que "fuera del teatro". Justo donde debe estar.
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