SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

martes, 15 de marzo de 2022

ASESINATO EN EL CASTILLO

 La narrativa inglesa frecuentemente ha ambientado sus novelas en grandes mansiones de la aristocracia o de la alta burguesía. De esta inclinación no se han librado ni siquiera los autores del género criminal, comenzando por la propia Agatha Christie, matriarca del mundo detectivesco. Pero ni ella ni nadie se atrevió jamás a situar un asesinato dentro del Palacio de Buckingham. En esta aventura se embarca la escritora S. J. Bennett quien elige como escenario no el emblemático edificio londinense sino el castillo-palacio de Windsor, residencia preferida de Isabel II (justo mientras escribo estas líneas, leo que ella se ha retirado a vivir allí). Y no solo eso, sino que entre aquellos muros sucede un primer asesinato -habrá dos más-, durante la estancia de Su Graciosa Majestad, con motivo de las vacaciones de Pascua. El título, pues, remite al escenario del primer crimen y donde se desarrolla gran parte de la novela. Pero también al “nudo Windsor” de la corbata, en el que han de encajar los pliegues de la corbata de un modo simétrico.



   En esas frecuentes estancias, Isabel suele organizar veladas con grupos reducidos de amistades o allegados que llevan consigo pernoctar en la mansión. Este fin de semana participan como invitados: un ex embajador de Rusia, el arzobispo de Canterbury, el caballerizo mayor de la reina, el embajador británico en Moscú, una reconocida arquitecta, un famoso presentador de televisión y un solvente hombre de negocios. Para amenizar la velada, es contratado un joven y agraciado pianista y dos bailarinas de danza clásica. El músico, de nombre Maksim Brodsky, es de nacionalidad rusa y fascina al auditorio por su virtuosismo y su encanto personal. Incluso la reina acepta bailar una pieza con él. 



   El conflicto arranca cuando al día siguiente de su actuación, el pianista aparece desnudo y ahorcado en su aposento, con apariencias de suicidio. Sorpresa y consternación general: lacayos, sirvientas, doncellas, ayudas de cámara… hasta la propia reina queda perpleja no sin ordenar que se localice a la familia del joven para enviar sus condolencias.

   Inmediatamente, las fuerzas de seguridad se ponen a la investigación, procurando que el crimen no salga en la prensa, justo en vísperas de la visita del presidente Obama al Reino Unido. Pero también por su parte, la reina comienza a tomar cartas en el asunto, emprendiendo una investigación paralela y personal sin contar con nadie más que con Rozie, secretaria adjunta de su gabinete. Rozie, de origen nigeriano, ha mostrado ya su eficacia, discreción y lealtad a ella. Hasta llegará a poner en peligro su vida durante las investigaciones. Como Isabel no puede desplazarse a ningún sitio sin llamar la atención, acarreando escoltas y periodistas, esta secretaria será sus pies y sus manos. Todo quedará entre Rozie y ella.



   Desde ese momento, el lector acompaña a la joven por calles londinenses, procurando buscar quiénes conocían o tuvieron contacto con la víctima: desde la arquitecta invitada en Windsor (tuvo un encuentro sexual con el pianista poco antes de su muerte), a las bailarinas que  actuaron con él en la velada o a su compañero de piso, amigos desde el colegio. Tampoco se libran de ser interrogados e investigados los huéspedes de Windsor. Las investigaciones se habrán de remontar hasta los tiempos del colegio. Todo con tal de esclarecer quién y por qué asesino a Maksim. Porque una de las pistas será el asesinato de una compañera de colegio de él.

   Isabel se entrevista en secreto, fuera de Windsor, con Henry Evans, quizá el mejor conocedor de la Rusia postsoviética, y en la conversación van saliendo las muertes sospechosas de rusos, sucedidas en suelo británico. Quedan claras las escasas simpatías por ese personaje siniestro llamado Vladimir Putin.

   La novela se va abriendo a nuevos personajes y nuevas hipótesis hasta encajar las piezas aclarando todo el conflicto a la reina y al lector, mediante una pirueta, un ingrediente que considero algo forzado.

   La historia está contada en tercera persona, a través de un narrador omnisciente, según el canon clásico de este género. No obstante, a veces utiliza el estilo indirecto libre, sobre todo para los personajes más importantes, tales como la reina o Rozie (“una cree que…”, “una tiene que hacer…”)

   Debo confesar que más que las peripecias de las distintas investigaciones acerca de los asesinatos, me han interesado las descripciones del castillo de Windsor y de las ceremonias, reuniones, entrevistas, protocolos. La autora parece conocer muy bien esos ambientes pues ha contado con muy valiosos colaboradores según reza la lista al final del libro, encabezada por sus padres. A ellos les debe muchas anécdotas reales.



   Y donde la novelista alcanza el retrato perfecto es en la protagonista: Isabel II. Su forma de vestir, de actuar, de expresarse y de moverse son extraordinarias en el libro. Hasta el sutilísimo, casi imperceptible, sentido del humor de la soberana. Todo ello sin olvidar las conversaciones de Isabel con su esposo, el príncipe Felipe, tan llenas de verosimilitud.

   La novela acaba con una escena enternecedora, al cumplirse una orden de Isabel II con el cadáver del pianista que amenizó una velada, que la invitó a bailar y que acabó sus días, tan injusta e inesperadamente, en la flor de la edad.

   Su Graciosa Majestad ha sido foco de atención en los medios por su larga vida, sus experiencias políticas, sus acontecimientos familiares. Pero no solo en los noticiarios y documentales sino también en películas y series de televisión: The Queen, The Crown, El discurso del rey, Churchill etc. Esta novela hará las delicias del lector para unas cuantas tardes de verano. God save the Queen.

2 comentarios:

  1. Gracias, José María, tras leer tu comentario sobre la novela me apetece leerla.
    Gracias, Marta Villacieros

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