Es posible, perfectamente posible, -torres
más altas han caído- que en el siglo XXI no se diga nada de Antonio Buero
Vallejo, ni bueno ni malo. ¡Quién sabe! Yo no lo sé. La verdad es que tampoco
me importa demasiado. En este sarcástico barrunto el propio Buero
no habla de Buero, habla de España. Lo mismo que hizo siempre. Conocía muy bien
la encarnadura de su pueblo: ¡Ay, dulce y
cara España, / madrastra de tus hijos
verdaderos , / y con piedad extraña / piadosa madre y huésped de extranjeros!,
dice Lope de Vega
en su Arcadia.
Pues
bien, aquí estamos. El ayer ya es hoy y el siglo XXI campa a sus anchas. No me
voy a ir por las ramas, ni es mi estilo poner paños calientes. Como hombre de teatro que soy, me sonrojo
y me avergüenzo de celebrar el centenario del nacimiento de Antonio Buero
Vallejo sin que le dejen hablar desde un escenario. Me parece algo más que una
frivolidad. ¿Y quién es el responsable? Sin duda alguna los responsables somos
todos. Está muy bien hacer mesas redondas, conferencias, exposiciones y que
nuestros jóvenes lean y estudien la obra y la vida de Buero. O que ojeen la
wikipedia. Todo vale. ¿Pero es suficiente? Personalmente creo que es muy poco,
casi nada. ¿No interesa su teatro? ¿No está de moda? ¿Se ha quedado antiguo?
¿Era mentira aquello que nos enseñaban de que “era el autor dramático más
importante de la segunda mitad del siglo XX”?
[Buero Vallejo con Juan Carlos, en el despacho de este como Director del Centro Dramático Nacional. Foto: Chicho]
Durante
los ocho años que dirigí el Centro Dramático Nacional llevé a escena La Fundación e Historia de una escalera. Entre una y otra está todo el corpus
dramatúrgico bueriano. Nadie me dijo que lo hiciera. Ni me lo insinuaron. Más
bien fue todo lo contrario. Recuerdo la primera vez que Buero vino a verme al Teatro María
Guerrero. Traía un gran sobre blanco bajo el brazo. Lo dejó sobre la mesa.
Hablamos de lo que se habla siempre, del tiempo y de teatro. No me cabía la
menor duda de que el misterioso sobre solo podía contener una obra de teatro.
Entonces le dije: “Don Antonio, me va a perdonar mi osadía, no abramos el
sobre. Quiero montar La Fundación”.
Se quedó estupefacto: “Nunca hubiera imaginado que le iba a interesar ese texto”. Argumenté mi elección: “Usted ha
dicho que con La Fundación daba por
finalizado todo lo que había querido contar. He reflexionado mucho sobre esta
afirmación y no puedo estar más de acuerdo. Además se estrenó en la Dictadura y
es fundamental que se conozca en Democracia.”
[Buero Vallejo, la noche del estreno de La Fundación, en el Teatro María Guerrero. Foto: Beatriz Olalde]
Meses
más tarde levantábamos el telón en el Teatro Campoamor de Oviedo. Giró mucho, llegó
al María Guerrero
-aquel estreno ya está en la historia- e incluso se representó en el Teatro
Cervantes de Buenos Aires. Después vino Historia
de una escalera, tal como él lo había soñado, aunque ya no estaba con
nosotros para disfrutarlo. Dos años de
gira y cuatro meses en Madrid.
Fui
testigo privilegiado de cómo el público recibía sus textos. Le habían hecho
suyo, era “el autor”. Y cada tarde salían conmocionados después de la
representación. Pero ha pasado el tiempo…
[Los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, con Buero Vallejo y los equipos artísticos y técnicos en la noche del estreno de La Fundación. Foto Dalda. Casa Real]
¿Tenía
razón Buero en su premonición? No nos olvidemos que estamos en España. La que
no perdona, la que olvida, “la madrastra”. El que esto escribe apostó y sigue
apostando por la autoría española. Ahí están Buero, Aub, Jardiel, Nieva,
Arrabal, Sastre, Calderón, Cervantes. ¿Será un delito? ¿Te convierte esto en
sospechoso de algo? Posiblemente si, posiblemente esté equivocado, teniendo en
cuenta que soy un director masacrado y en paro. Dirigir un teatro público en
España y defender el teatro español debería ser una misma cosa, sin que ello
signifique atrincherarnos dentro de nuestras fronteras.
Pero
estamos celebrando su Centenario, aunque si no digo esto, reviento. Creo que
hablar claro es el mejor homenaje que puedo hacerle a quien fue y seguirá
siendo la conciencia crítica de este pueblo.
Juan Carlos Pérez de la Fuente
Director y productor de escena
El mejor homenaje es el que sale del corazón, y esta dedicatoria está escrita con tanto cariño y sentimiento que nadie lo podía hacer mejor, enhorabuena Juan Carlos Pérez de la Fuente y a ti José María Torrijos Carrillo, que me mucho me equivocaría, si tu sentimiento no es recíproco. Felicidades a los dos por esta preciosa ofrenda a don Antonio Buero Vallejo
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