Cuando Juan Mayorga escribió su
obra teatral El chico de la última fila
no podía imaginar que se convertiría en una película en manos del director
François Ozon. Se tituló Dans la maison
(En la casa) y desde su estreno en 2012 ha obtenido más premios y
reconocimientos fuera que dentro de España. No conozco la obra teatral pero la
película me parece excelente.
Todo comienza cuando Germain,
profesor de literatura en un instituto y fracasado como escritor, encarga a sus
adolescentes alumnos una redacción. El joven Claude le da la suya con el final
de “continuará”, un relato que intriga al profesor y le pide otra entrega. Y
así comienza una larga serie. La curiosidad de Claude por saber cómo vive una
familia de clase media ha tomado como objetivo a la de su compañero Rapha. Con
el pretexto de ayudar en matemáticas a éste, Claudio va introduciéndose cada
vez más en la casa, en la familia, generando sentimientos y conflictos que él
va narrando para su único lector. Pero el profesor comparte lecturas y opinión
con su esposa, Jeanne, encargada de una galería de arte contemporáneo, a punto
de cerrar. (La profesión de Jeanne introduce en la película la función del arte
contemporáneo). Planteamiento, nudo y desenlace de la película mantienen al
lector involucrado en la historia hasta su final.
En la clase nos muestra el
proceso de la creación literaria cuando el realismo llega a obsesionar al autor
pero igualmente, el proceso de recepción en el lector, que se ve introducido en
los capítulos que lee, sin llegar a saber jamás si lee una ficción o una
realidad. El espectador de la película no lee, solamente ve aquello que el joven bachiller
refiere como narrador antes de escribirlo. Pero el espectador de la película,
¿ve realmente lo que pasó? ¿El espectador se ve introducido por el adolescente
protagonista en un ejercicio de voyerismo?
La película sostiene todo el interés hasta las últimas escenas. El profesor-lector
y su esposa (que ejerce la crítica desde fuera hasta el momento inevitable de sumergirse en la historia) se ven arrastrados a ese laberinto de espejismos lleno de
ambigüedades y miradas. En la casa trae a la memoria otras películas como Teorema, de Pier Paolo Pasolini o La ventana indiscreta de Hitchkock, sin
olvidar los aspectos quijotescos de Germain, enganchado como Alonso Quijano a
la lectura, en este caso de una sola obra por capítulos. ¿Será él un mero
coadyuvante o un antihéroe? Lector in
fabula, que diría el maestro Umberto Eco.
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