En
un siglo llamado de oro en el que tantas figuras políticas, religiosas, literarias
y artísticas relucen más que el sol, Santo Tomás de Villanueva queda en la penumbra
del calendario eclesiástico, aunque especialmente potenciada por los agustinos.
No importa que lleven su nombre escuelas, universidades, colegios mayores, parroquias
(como la de Castelgandolfo), templos, biografías, patronazgos, calles, cofradías, etc., que
su efigie aparezca en lienzos, imágenes, esculturas de todo el mundo. (Lastimosamente,
algunas obras españolas desaparecieron por robo, en desamortizaciones o por
destrucción en la guerra civil).
Por ello, la iniciativa de Villanueva de los
Infantes, de la mano de Fuenllana, ha sido todo un éxito al celebrar el
centenario de la beatificación del santo. Ambas localidades se habrán sacado la
espinita de que el centenario del nacimiento pasara casi desapercibido. Ahora
ha sido al revés: parroquias y ayuntamientos locales, instituciones autonómicas
y provinciales, centros culturales… han conjugado sus esfuerzos para dotar a
dicho centenario de una presencia ampliamente recogida por los medios y
acompañada por los pueblos del Campo de Montiel, cuya cabeza es Villanueva de
los Infantes. Por otra parte, la FAE (Federación de Agustinos Españoles), una
vez editadas las obras completas de santo Tomás, ha comenzado las gestiones
para que sea declarado Doctor de la Iglesia, apoyado por curias generalicias de
la gran familia agustiniana y obispos que se han sumado a la iniciativa.
Por
su formación intelectual, Tomás de Villanueva fue un humanista, seguramente
impregnado de las doctrinas erasmistas defensoras de mayor autenticidad y
formación en el clero católico. Y en esa formación universitaria (así como el
ambiente sumamente cristiano donde nació y creció) quiero suponer la brújula
que dirige sus pasos desde Alcalá de Henares para ingresar en el convento
agustiniano de Salamanca, una Orden muy destacada entonces en el estudio, en la
formación de sus miembros, en la predicación.
Los siglos XVI y XVII no pueden
prescindir de nombres de ese hábito tan destacados como Fray Luis de León, San
Alonso de Orozco, Pedro Malón de Chaide y tantos otros hermanos de Tomás de
Villanueva. La inclinación del emperador Carlos y de Felipe II por los
religiosos de esta orden ha quedado suficientemente documentada en la
investigación histórica. Y santo Tomás, que fue consejero del primero, no es
una excepción. Ni es exagerado Salvador Carlos Dueñas Serrano (alcalde de
Fuenllana) cuando afirma que estamos ante “un personaje influyente en uno de
los Estados más poderosos del planeta en la época que le tocó vivir”.
La
celebración del centenario de su beatificación ha tenido su vertiente más
iconográfica y pedagógica en dos exposiciones bajo el nombre común de LUX
GENTIUM. Una de ellas, Arte, devoción y
literatura en el campo de Montiel, ha servido para “revalorizar la historia
y el patrimonio del Campo de Montiel como fuente de conocimiento y riqueza”, en
palabras de su comisario Carlos Chaparro.
La
iglesia del antiguo convento de monjas franciscas ha acogido esta muestra que
se compone de imágenes, relicarios, cuadros, ediciones, documentos, objetos,
fotografías. Para darle permanencia en el tiempo, se ha publicado el catálogo,
presentado por Emiliano García Page, presidente de Castilla- La Mancha, Gerardo
Melgar Viciosa, Obispo Prior de Ciudad-Real, Antonio Cañizares, cardenal
arzobispo de Valencia, junto con los párrocos y alcaldes de Fuenllana y
Villanueva de los Infantes. Los colaboradores han abarcado aspectos
interesantísimos. Carlos Chaparro, ya mencionado comisario de la exposición,
introduce el volumen con un documentado estudio: “Santo Tomás de Villanueva.
Arte, devoción y religiosidad en el Campo de Montiel (1618-1955)”.
Javier Campos Fernández de Sevilla,
historiador, hijo del pueblo y agustino, aporta dos trabajos sobre un asunto
que él conoce muy bien: “Apunte biográfico de Santo Tomás de Villanueva” y
“Fiestas por la beatificación del bienaventurado Fray Tomás de Villanueva”.
María Ángeles Jiménez García describe todo el panorama bibliográfico y
hagiográfico del autor de las Conciones,
en su texto “Lux Gentium. De libris et vita sancti Thomae de Villanova”.
Luis Riaza García nos refiere cómo la religiosidad popular no se plasmó
únicamente en actos litúrgicos y fervorosos sino también en la ejecución de
obras sociales bajo el título de “La religiosidad popular y la piedad”.
Interesantísimo resulta también el trabajo “Labranza y caridad”, de Carlos
Javier Rubio Martínez sobre el ambiente familiar en que nace y se cría el
santo.
Paralelamente,
otra exposición abrió sus puertas bajo el título de La Vera Effigies del Amor, organizada por la Universidd Libre de
Infantes, también con el concurso del Ayuntamiento de la Villa, e instalada en
los locales del antiguo mercado, actualmente Museo de Arte Contemporáneo. Otro
catálogo da permanencia en el tiempo y el recuerdo a una colección muy valiosa
de lienzos, grabados, fotografías. “La idea principal era vindicar en este IV
Centenario la figura de uno de los humanistas más importantes de la cristiandad
latina. Un hombre virtuoso y misericordioso, un intelectual y predicador
incansable, un sabio, un santo. Pero además mostrar su época, que es la del
humanismo cristiano, uno de los pilares en los que se asienta nuestra tradición
cultural y de mayor gloria de una España que capitaneaba la cultura y los
valores de un occidente que se debatía en una diatriba confesional”, en
palabras previas del catálogo firmadas por José Ignacio Ruiz Rodríguez, Rector
de la Universidad Libre de Infantes “Santo Tomás de Villanueva”.
El agustino
Antonio Iturbe (que posee la mayor colección iconográfica de santos agustinos
en todo el mundo, entre ellos del santo homenajeado), comenta las vicisitudes
del más antiguo retrato del arzobispo limosnero (hecho en vida de él por Juan
de Juanes), hoy extraviado, pero del que se conserva una foto en blanco y
negro. Una nutrida colección de fotos en color y blanco y negro con la
iconografía del santo limosnero y del panorama geográfico y social completan el
volumen.
Quiero
terminar esta nota felicitando a todos los organizadores y colaboradores porque
gracias a estos volúmenes no solo descubrimos a un santo paisano que ejerció
hasta el fin de sus días la misericordia que tanto proclama el Papa Francisco
sino la distribución de la riqueza como obligación social y el empeño en formar
sacerdotes cuya preparación intelectual sirviera al pueblo de Dios.
Sólo un apunte. En el título del trabajo sobre las "Conciones" realizado por María Ángeles Jiménez debería decir : "Lux gentium. De libris et vita sancti Thomae de Villanova".
ResponderEliminar