El día 8 de junio, a las 8 de la tarde, he realizado la lectura de una selección de mis poemas, en el Café Libertad 8, situado en la calle y número del mismo nombre, en Madrid. Jaime Alejandre, escritor y coordinador del ciclo hizo una cariñosa y desmesurada presentación de mí, con esa generosidad y talento que él pone siempre en aquello que quiere. A la misma hora, en la COPE, Luis Alberto de Cuenca leía un soneto mío en el programa "La linterna". Entre los poemas seleccionados, leí en último lugar el más reciente, Cuatro cometas, en recuerdo de esos cuatro jóvenes que, en distintos lugares y tiempos, nos fueron arrebatados en accidentes. Eran cuatro soles del universo universitario del Colegio Mayor Elías Ahuja, donde yo los había admitido, los traté, los quise... y su ida ha dejó un hueco irrellenable en mi corazón. Transcribo en este blog el poema para ver si mi desconsuelo se mitiga al compartirlo.
CUATRO COMETAS
In memoriam
Qué le respondo al sol si me pregunta
por sus cuatro cometas de parchís,
aquellas cuatro risas voladoras:
glauca, turquesa, verde y escarlata.
Le puedo responder que un dios jupiterino
precisaba coperos,
pero no sé si admite mentiras de trabajo temporal.
Hoy la verdad es un espejo roto
y el mío me devuelve cuatro ausencias.
Le diré que el narciso
pereció sobre nieve,
dejando su chaqueta colgada de un carámbano.
Le puedo argumentar
que a un río lo llamaban Carlos
pero también a la amapola humilde
que dejó sangre entre los surcos secos.
Tal vez, con disimulo,
resuelva la cuestión sobre los tréboles
con que Javier vestía de esperanza el mundo
o los silencios de Daniel, azules
pensamientos,
mientras corre veloz camino de su muerte.
Habré de responder al sol si me pregunta
que mis labios quedaron cosidos para siempre
y mis ojos contemplan
cómo tiran del carro de la luna cuatro alazanes blancos
en las noches anónimas.
Yo,
ResponderEliminarcomo en la vieja usanza,
amante de los versos musicales
y preso de las rimas asonantes
en raudas cataratas;
yo,
pegado al soniquete
del viejo romancero de las ágoras
do suenan epopeyas y baladas
que del misterio advierten;
yo,
ignaro de las artes del poeta,
encuentro en esta pieza que leíste
un ritmo, un tintineo, una cadencia...
un sacrosanto tinte
de resonancia homérica
que porta en su articulación flexible
el íntimo sentir hecho presencia
con halo inextinguible:
tu dolencia.
Me gustan esos versos, me deleitan.
Perdóname este exceso
y admíteme un abrazo
de felicitación sincera.