SAMARKANDA

SAMARKANDA
Bienvenido al karavansar. No por casualidad he llamado así a mi blog, puesto que en alguna lengua de Oriente se llama de este modo a la posada, la pensión, la fonda, donde descansar antes de seguir el camino. Decir que la vida es un tránsito no es descubrir América (que también se hizo en un tránsito, pero por mar), pues ya muchos autores lo expresaron. Pero sí quiero señalar la provisionalidad, el azar, la hospitalidad, el descanso, la cercanía que produce "pasar" por un sitio desconocido a algo más seguro, que es el fin del viaje. Desde Jorge Manrique hasta Antonio Machado se ha plasmado la imagen del hombre como viajero. Y este blog pretende que nos encontremos, "ligeros de equipaje", en esta parada y fonda virtual, que no virtuosa. Hasta pronto.

sábado, 25 de junio de 2011

CORPUS CHRISTI EN TOLEDO






En Toledo, "la fiesta", por excelencia, no es la Navidad, ni el Año Nuevo, ni la Pascua de Resurrección. Es el Corpus Christi. Toda la ciudad se echa a la calle formando una multitud que aumenta porque llegan de la provincia, de toda España y del extranjero muchos curiosos, turistas y fieles para contemplar este acontecimiento. La "fiesta" comienza en la víspera porque, ya adornada como una novia que mostrara su ajuar, la ciudad luce sus galas por todo el trayecto procesional del día siguiente: arcos de flores, romero y tomillo, faroles, balcones cubiertos con reposteros, mantones de Manila, banderas españolas y de la ciudad... Y, al atardecer, desfila un cortejo de músicos, gigantes, cabezudos y tarasca, para alegría de transeúntes, especialmente de niños que miran embobados su paso lleno de colorido, alegría y ritmo. Recorrer esa noche un Toledo tan iluminado, "que reluce más que el sol", es un privilegio, pero un privilegio doble, como fue mi caso, en compañía del joven Héctor, cultísimo, educadísimo arquitecto, que parece salido de una novela de Mujica Laínez. Tuve un guía y un anfitrión de lujo.


Al amanecer, se saca la impresionante colección de tapices de la catedral (propiedad de Patrimonio Nacional), para garantizar que no les suceda nada, y se cuelga sobre los muros de piedra del enorme templo, decorando más aún si cabe, el trayecto más noble.


Desde que la iglesia instauró la fiesta del Corpus Christi, allá en 1208, difundida por teólogos y Papas, por milagros en torno a la Forma Sagrada, fue la propia Iglesia quien se esmeró en cuidar su rito, su liturgia y hasta su boato. La mejor forma de hacer visible al pueblo (ya que no comprensible) el misterio de la presencia de Cristo en la Eucaristía, era publicitar su adoración, convenientemente acompañada de un culto externo aparatoso y solemnísimo en la procesión. Los autos sacramentales, representaciones de teatro en torno a la procesión, explicarían al pueblo el misterio eucarístico de un modo plástico. Y los cánticos ("Cantemos al amor de los amores/cantemos al Señor/gloria a Cristo Jesús....") han pervivido en la memoria colectiva del pueblo fiel.


La festividad del Corpus Christi en Toledo es la más aparatosa de todo el mundo. Su archiconocida Custodia, en la cual se exhibe la Sagrada Forma, desfila por las sinuosas calles de esa ciudad ya de por sí hermosísima, acompañada de autoridades civiles y militares, de clero secular y regular, de Órdenes religiosas y militares, de cofradías, de miembros del ejército, constituyendo un espectáculo grandioso e impresionante. No sólo por el variadísimo colorido y fulgor de los ornamentos del cardenal-arzobispo, de sacerdotes, diáconos, subdiáconos, seminaristas, monaguillos... (casullas, dalmáticas, sobrepellices), sino por la variedad tan vistosa de capas blancas, cogullas rojas, verdes o marrones, gorros, birretes, mantillas negras, estandartes escarlatas, uniformes militares de gala de todas las armas, alabarderos que parecen escapados de la Historia, con sus terciopelos y gorros, pero también por los perfumes mezclados del tomillo y el romero con el incienso quemado en incensarios de movimiento pendular, que hacen ver los bordados en oro, los encajes y los terciopelos a través del humo perfumado, como algo de otro mundo, escapado de un lienzo antiguo o tal vez de un sueño. Voltean las campanas, se escuchan salvas de cañones, llueven miles de pétalos blancos arrojados desde los balcones... Para el mero turista, el paso de la Custodia, largamente esperado al final del cortejo, puede ser el desfile en torno a un emperador. Para el creyente, la contemplación de la Eucaristía en su apoteósis es un golpetazo a sus creencias más profundas. Y el vello, a pesar del calor, se le eriza. Porque llega en su trono el nexo entre Dios y los hombres, el misterio de los misterios, y pasa por delante de él: "amor por siempre a ti, Dios del Amor".

6 comentarios:

  1. Es impresionante pasear por las calles de Toledo la víspera del corpus

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  3. Precioso texto José María. Me alegro mucho de que hayas disfrutado de tu visita a nuestra ciudad en un día tan señalado como el Corpus. Me alegro de que te encontraras por fin con "la tarasca" paseando la tarde antes por nuestras calles y espero que vuelvas pronto a visitarnos.

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  4. Decía Marañón, que tanto quiso y entendió a Toledo desde su Cigarral, que "Toledo es uno de los pocos escenarios del mundo donde se puede soñar sin esfuerzo".
    Toledo es pura magia en cada rincón. Y su prodigiosa catedral, llena de tesoros y obras de arte. Por algo es la "Dives Toletana".

    El corpus sigue siendo una fiesta grande, con la que tampoco podrá la ignorancia revestida de laicismo.

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  5. La vispera del Corpus, en la noche, pasee por el recorrido que llevaría la procesión. Es algo mágico, como si viajaras al pasado.
    El artículo es emotivo y bonito. Como toledana te doy las gracias.
    Mª de los Ángeles

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